MURO

9 Feb

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104 respuestas to “MURO”

  1. Jimmy May 18, 2011 a 4:00 pm #

    LA MONEDA
    1519. En medio de un calor asfixiante Hernán Cortés mira un calendario santoral. Comprueba la fecha y ruega al santo del día que interceda por él y sus hombres en la búsqueda de honor y fortuna. Hace dos semanas que ha fundado Veracruz y los indios que pueblan la zona sólo ofrecen cacao, frutas, plumas de colores, pequeños cuchillos de obsidiana y apenas un puñado de oro y plata que ofenden la inversión de su gesta. Cuando Cortés pregunta por El Dorado, los descendientes de los mayas señalaban la espesa selva, el laberinto salvaje y verde donde el poder emana con violencia, las fieras enmudecen, los dioses deciden vida y muerte y el oro cubre el templo del Soberano Emperador como rayos olvidados por el sol. Allí están los tesoros, allí los metales preciosos, allí la gloria o el humillante olvido. Para los conquistadores Dios olvidó, en sus quehaceres, que el oro y la plata ofrecieran sus brillos junto al mar.
    Aquel día de San Marcos el capitán espera la visita de tres caciques. Ellos podrían facilitarle el acceso al reino de El Dorado. La comitiva se presenta, Cortés sale de su tienda y recibe a los jefes entregándoles baratijas y cuentas de colores. Los caciques, adornados con sus mejores telas y colgantes, regalan frutas, cacao, una corona de plumas y un ínfimo puñado de oro. De uno de sus bolsillos Cortés extrae un castellano de plata reluciente, lo señala con fuerza antes los caciques y lo entrega para que lo observen. Los jefes miran con asombro aquel doblón de plata. Por una de sus caras está la imagen del rey Fernando, por la otra la Virgen. Los tres notan los relieves de las figuras y el brillo intenso de la moneda, los tres emiten un cerrado ¡oooh! de asombro mientras sus dedos y miradas revisan los misterios de aquel objeto. Comprueban el grosor, el tramado de su delicado acabado y el enigmático juego que representan el anverso y el reverso con sus figuras talladas. Finalmente, con una reverencia, uno de los caciques devuelve la moneda al guerrero salido de las aguas con maravillas nunca vistas. Cortés toma el doblón y mira interrogativamente a sus visitantes; los jefes contemplan al español con idéntica mirada. Tras un breve silencio, uno de los jefes habla, señala la moneda y toca su pecho con contundencia. Los ojos de Cortés se iluminan pensando en el camino que lo conducirá hasta al Dorado y un sentimiento de gratitud se eleva desde su interior hasta San Marcos. Con un gesto pide a uno de sus traductores que repita las palabras del jefe. El nativo obedece y dice:
    – Señor, el cacique quiere saber cómo se cuelga.
    Jimmy Entraigües

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  2. Felix Foxtrot May 20, 2011 a 10:28 am #

    Esa es justo la grandeza del escritor, retorcer la realidad y crear nuevos mundos, adentrarse en el alma humana y estudiarla, perseguir los sueños inalcanzables como metas posibles, desdibujar los claroscuros de las emociones que nos atenazan, intuir sentimientos que escapan a los ojos ajenos, captar con sensibilidad y detalle la aparente vida cotidiana de seres anónimos que atesoran una compleja existencia; diluir la propia vanidad en el océano de miserias e injusticias que nos rodean, para tener una visión clara de éstas, quien las produce y como luchar contra ellas; sublimar lo bello, lo perfecto y también reivindicar lo que pensamos que es «diferente», lo asimétrico, lo desarraigado, porque también están en la imagen de nuestra existencia aunque muchos se esfuercen en no querer verlo.
    Para terminar sin haber acabado: ser testigos, contadores de historias, cirujanos del pensamiento, pero ante todo: ser la expresión de nuestro lamento interior, el mismo que nos impulsa a amar la escritura.

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  3. Jimmy junio 1, 2011 a 7:31 pm #

    EL INVIERNO
    2002. La llegada de la Luna creciente marcaba el rito para consagrar al nuevo jefe de la tribu Haida. Gran Oso hacía varios días que entregó su cuerpo a la madre Tierra y su hijo, Garra de Puma, esperó seriamente el final de la ceremonia para dirigirse a su pueblo como nuevo patriarca de la tribu. Al hablar, recordó a todos la severa pero gran sabiduría con la que gobernó Gran Oso a lo largo de 42 años. El joven jefe prometió aplicar la misma capacidad y buen juicio que su padre. La tribu comprendió en aquellas palabras que se hallaba frente a un digno sucesor.
    Aquel nuevo líder había sido enviado por su padre a conocer los saberes de la civilización, a desentrañar los conocimientos del hombre moderno. Durante diez años aprendió los secretos de la botánica en la universidad y las vidas de los hombres en la lejana ciudad. Si algún día las máquinas y el cemento llegaban a la tierra de los Haida, el pueblo contaría con un líder sabio y fuerte. Una mujer, con un niño en sus brazos, le preguntó al jefe: Dinos, Garra de Puma, ahora que el otoño termina, ¿hará frío en el invierno? El joven patriarca se quedo pensativo y hasta un poco asustado en su interior. Aquella pregunta era tan sencilla como compleja. Su anciano padre jamás se había equivocado en sus predicciones anuales y toda la tribu, callada y con la mirada fija, esperó la respuesta. Garra de Puma pensó Dios mío, ¿y ahora que digo? No tengo ni la más mínima idea si hará o no hará frío en invierno. Decidió ser cauto y dijo, este invierno hará frío y será necesario proveerse de leña para pasar un invierno confortable. Dicho esto, todos asintieron y se retiraron aceptando las palabras del jefe.
    Durante dos días Garra de Puma vio como su pueblo se abastecía de leña y se preparaba para la llegada del invierno. El joven, afligido por su inseguridad, agarró su teléfono celular y trepó hasta una pequeña colina. Desde allí llamó al servicio meteorológico local canadiense y preguntó, ¿podrían decirme si hará frío el próximo invierno? Una voz le respondió, por los datos y estadísticas que manejamos parece que se presentará un invierno frío. Garra de Puma volvió a su poblado y reunió a su gente. No quería verse en entre dicho y prefirió ser precavido. Oídme, dijo a su pueblo, sé que se presentará un invierno algo más frío. Recoged más leña para que estemos resguardados. No quiero que mi pueblo sufra. Todos hicieron caso del jefe y durante los siguientes tres días la actividad en recoger leña se incrementó. Garra de Puma, sin embargo, seguía inquieto. Recordó algunos inviernos duros en su niñez. ¿Y si el frío era más cruel este año?, pensó. Angustiado por la incertidumbre, volvió hasta la colina con su móvil y llamó al servicio de meteorología. ¿Podrían decirme si hará bastante frío el próximo invierno?, preguntó. Una voz le respondió; mire, por los datos y previsiones que estamos recibiendo creemos que sí, parece que se presentará un invierno bastante, bastante frío. El joven patriarca volvió a reunir a su pueblo y preocupado ante la llegada de un tiempo helado les dijo, tenéis que reunir más leña. Este invierno será muy, muy frío, un frío muy grande y no quiero que mi pueblo tenga penurias. Una vez más todos acataron la orden y durante tres días las pequeñas casas se colmaron de leña para vencer al invierno.
    Aún así, Garra de Puma, estaba nervioso. Mil preguntas se agolpaban en su mente; ¿y si el servicio meteorológico se equivocaba?, ¿y si no hay suficiente caza y pesca por culpa del frío?, ¿y si no era tan duro el invierno?, ¿y si las computadoras y los satélites fallaban?, ¿cómo comprobar que los datos y las estadísticas son inapelables?, después de todo él se consideraba un científico. El joven jefe subió una vez más a la colina y llamó al servicio de meteorología para resolver sus dudas. ¿Están seguros que el próximo invierno será bastante, bastante frío?, preguntó Garra de Puma. Sí, dijo una voz al otro lado, un frío terrible. ¿Y esas estadísticas son fiables? Completamente, dijo la voz. ¿Y cómo saben en sus predicciones que hará un frío de mil demonios?, insistió el patriarca. ¿Cómo lo sabemos?, dijo la voz; los indios Haida están acumulando leña como locos y en cuarenta años no han fallado nunca. Jimmy Entraigües

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  4. Pablo julio 4, 2011 a 11:41 am #

    Clarisa Find

    Clarisa se encontraba sola en el bosque, justo en el lugar donde la pequeña Lidia de seis años y su padrastro, habían ido a acampar. Justo en el lugar, donde Lidia fue vista por última vez.
    Clarisa era una rastreadora profesional. Había trabajado en equipos de rescate muchos años, hasta que un día decidió someterse a un tratamiento genético para amplificar sus percepciones. El proceso la dotaría de una mayor sensibilidad en sus sentidos, pero también, aumentaría la capacidad de la región de su cerebro, encargada de integrar los mismos.
    Clarisa se puso de cuclillas. Sacó de su mochila una bolsa de plástico, con cierre, que contenía un pijama de Lidia, y la puso sobre sus piernas. Se quitó los guantes encargados de mantener su sistema táctil aislado de cualquier percepción. Extrajo un pañuelo de papel esterilizado e impregnado en alcohol, de un dispensador que llevaba en el cinto. Lo pasó por su rostro y manos para eliminar cualquier posible rastro de grasa y lo guardo en una bolsa de deshechos, que a tal efecto, colgaba en su cinturón. Clarisa, abrió la bolsa y sacó el pijama, para luego volver a cerrarla inmediatamente. Estrujó el pijama entre sus dedos para percibir su tacto, el carácter del suavizante empleado, la suavidad de las fibras de algodón, las texturas de los dibujos bordados… y poder sentir así, como sus manos se sumergían en la prenda, provocando un aluvión de sensaciones, que llevaron a Clarisa a un éxtasis sensorial tal que, por un instante, ni ella misma fue capaz de distinguir donde terminaban sus manos, y empezaba el pijama. Hundió su rostro en él, y pudo repetir la sensación táctil con la piel de su rostro, con más torpeza que con las manos, pero aún así, con más precisión incluso que la que tendría un ciego acariciando el pijama con su dedo índice. Inspiró. Lo hizo varias veces cuidando de expulsar el aire de sus pulmones lejos del pijama, en la dirección del viento. Inhaló por última vez la prenda para retener el aroma en sus papilas olfativas y gustativas, en unos modificados neurotransmisores, que repetirían la señal olfativa para recuerdo persistente, en la mente de Clarisa. Al terminar, volvió a ponerse los guantes, para no dejar de revivir tampoco las infinitas sensaciones táctiles que la prenda le había provocado, y la guardó en la bolsa, rauda.
    Se puso en pie e inspiró el aire fresco que llevaba un buen rato jugando con su pelo, y nada. Repitió el proceso varias veces infructuosa, y temió que la ventaja genética no le otorgara ningún beneficio, y tuviera que buscar a Lidia, a la antigua usanza. Preocupada como estaba por dejar a Lidia sola tanto rato, volvió a intentarlo, colocándose: en la dirección del viento, en contra, esperando a que este se detuviera… Y finalmente percibió un aroma, una leve muy leve presencia, de Lidia. Encaminó sus pasos hacia ella. –En el tercer árbol a la derecha, y luego recto 100 metros.
    Anduvo dirección a Lidia, pisando la hojarasca, oyendo el crujido ensordecedor de las hojas, un estruendo que tuvo que intentar obviar para poder centrarse en su trabajo. Sintió el aroma de los árboles, musgo, ardillas, pájaros y todo elemento circundante que llegaba inexorable a su nariz, y después a su cerebro. Aislar todo sonido, todo olor, toda sensación, que no fuera de Lidia. Reviviendo aquellos olores de Lidia oteaba el horizonte intentando sortear con sus pasos cualquier rasgo orográfico que la alejara de Lidia. –Tras ese monte, por la izquierda, y luego a la derecha antes de llegar al rio.
    Continuó reviviendo los aromas y entonces, una vez hubo sorteado el pequeño monte, se detuvo. Ante ella ondeaba un susurro, una leve bruma suspendida en el aire. Parecían líneas de corriente… Sorprendida por tal visión, Clarisa se frotó los ojos temerosa de estar alucinando. Nada de eso. Sus sentidos aumentados le habían otorgado la capacidad de ver el olor, convertido a sus ojos en un rastro, casi tan palpable como el humo de una hoguera. Aquellas líneas se iban disipando lenta, muy lentamente, y se adentraban en el bosque hacia la falda de la montaña, justo a donde Clarisa sabía, que debía encaminarse. Entonces comparó el olor de estas líneas etéreas con el olor-recuerdo, y vio una diferencia. Se detuvo y se puso de cuchillas. Extrajo de su mochila la bolsa del pijama y repitió el mismo ritual de antes, esta vez, en busca de la diferencia. En su nuevo olfateo comenzó a aislar aquella pequeña diferencia que tanto la perturbaba. No era el suavizante, ni el olor a peluche de las fibras de algodón. No. Había allí un olor muy característico. Un olor que solo lo producen los hombres… Concretamente, el olor del padrastro de Lidia. Necesitó algunos minutos para recomponer su cuerpo. Sentimientos de horror, nausea e ira intentaron dominar a Clarisa, hasta que finalmente se impuso sobre ellos. –Maldito hijo de puta-. Y se puso en pie con la firme determinación de llegar hasta Lidia y poner final al asunto de forma rápida y contundente. Encaminó sus pasos hacía a la falda de la montaña, y durante aquel breve trayecto su mente la llevaba una y otra vez a aquel olor. Olor nauseabundo que Clarisa no podía apartar, y entre evocación y evocación comenzó a tener destellos. Eran imágenes. Imágenes del padrastro de Lidia. Percibidas desde la perspectiva de la pequeña; en las que se le acercaba y lentamente…
    Clarisa cayó al suelo, nunca antes había percibido tanto y tan intensamente. Sentía la locura bailando juguetona alrededor de su mente. Se puso las manos en la cara, controló su respiración y concentro sus sentidos en el rastro puro de Lidia… Cuando por fin las imágenes desistieron, Clarisa se puso en pie y volvió a seguir la bruma, dirección a Lidia. Finalmente llegó a la montaña en su base, las líneas se adentraban en una cueva. Y dentro de ella estaba, sin duda, Lidia. Se detuvo un momento en la entrada, tomó aliento y dijo: -Lidia cariño, me llamo Clarisa, me envía… Soy del equipo de rescate, tranquila cielo ahora te saco de ahí, y te llevo a casa.
    Seguidamente Clarisa se dispuso a entrar en la cueva, cuando una nueva percepción, llegó a través de sus mejorados sentidos. Era un olor, concretamente el olor del miedo. Un rechazo en forma olor. Un olor en forma de hedor a miedo, un miedo terrible, a ser encontrada.

    Pablo Planet

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  5. Felix Foxtrot julio 5, 2011 a 5:06 pm #

    SOLEDAD
    Totalmente desengañada tras escuchar las palabras de Antonio, se levantó de la mesa sin poder evitar que las lágrimas empañasen sus ojos, hizo una señal al camarero que atento le presentó inmediatamente la cuenta. Mientras pagaba, él alcanzó a decir —no puedes dejarme, ella marchándose , lo miró con dureza, y le gritó
    –nunca entendiste mi amor por ti y acabarás solo.
    Los cercanos comensales estaban atónitos y una vez más los camareros volvían a ser testigos como cada año en el mismo día y en la misma mesa de la puesta en escena, de un monólogo que aquella solitaria mujer se empeñaba en repetir.

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  6. Jimmy Entraigües julio 31, 2011 a 3:56 pm #

    Solamente escribí un poema que publiqué en 2001. A ver qué les parece:
    (Una oferta) AHORA
    Ahora que definitivamente
    sabés que te correspondo,
    sabés que me correspondés.
    Ahora que estrenamos sentimientos,
    desde el alma
    a la piel,
    ahora que abriste
    a pura sonrisa
    todas las parcelas de mi vida,
    ahora voy a invitarte
    a cancelar hastíos
    a inaugurar las ternuras
    a desarmar desafíos
    a fragmentar fronteras.
    Porque ahora,
    que a todas horas
    dilatamos los tequiero,
    ahora llegó el tiempo
    de los dos.

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  7. José Sebastián Montiel Rodríguez. agosto 18, 2011 a 3:25 am #

    Olvidarte.

    Olvidarte a la sombra de un árbol,
    te recuerdo por mucho tiempo,
    aunque ya no te acuerdes;
    pasó el pasado sin volverte a encontrarte.

    La soledad me pertenece,
    las noches del ensueño,
    y los días sin canto,
    sollozando en mi almohada.

    En pleno árido terrenal,
    sin gozarme en el amor,
    sin surgir una esperanza,
    en la que no volverás en mi camino.

    un corazón que se derriba de angustia
    y que late cada vez con menos vida,
    te fuiste para olvidarte de mí;
    en lejanía estás,
    que dejaste de recordarme.

    En vano quedé,
    con el corazón que no florece,
    quebrantándome del dolor,
    en que ya no resisto.

    Olvidarte en silencio,
    sin demostrarte mi tristeza,
    más allá de un futuro,
    no aseguro encontrarte de nuevo.

    Autor: José Sebastián Montiel Rodríguez.

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  8. Julio Guzmán Sanchis enero 15, 2012 a 7:01 pm #

    Imagen hueca: espejo.

    Lo importante es la apariencia,
    ni bondad ni inteligencia,
    sólo miramos la apariencia
    cómo si un espejo fuera,
    de nuestra propia apariencia.

    Autor: Julio Guzmán Sanchis.

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  9. Paco Luna abril 26, 2012 a 10:16 pm #

    TU AUSENCIA

    Tengo tu nombre gravado dentro,
    escrito a carne viva ,
    a mordiscos en mis entrañas,
    porque desde que te conocí , mi corazón tiene dientes.

    Me muerde y me dice que eres mía , lo dice desde dentro, lo dice el animal que soy.
    Y quiere poseerte con toda mi alma, sobretodo con las manos.
    Quiero tocarte.
    Mañana pondré toda mi alma en las manos y sentiré que eres de plastelina.
    Llegare con mis dedos a tu alma y acariciare con ellos todas tus edades, voy a ocuparme de hacerla feliz, de despertar sus sentidos, de buscar cada hueco y llenarlo de placer. Cogeré la niña que eres y la haré temblar de incertidumbre, te sentiré pequeña como algunas veces te he sentido, y creceré desde ti como solo contigo he crecido y cuando sea grande, tanto como tu te mereces se lo mostrare a la mujer que eres para que vea que tan solo yo puedo ser el suelo de su mundo.

    Entonces sentirás que mis manos y tu sois una sola cosa y si por un solo momento las despego de ti quedara allí el hueco de su ausencia, amputado, sangrante.
    Porque es así como yo me siento cuando tu no estas.
    Tu ausencia me llena,
    Es un hueco tan grande que no me cabe dentro,
    crece y me estira la piel,
    crece y se expande,
    crece y explota.
    Y esparce mis vísceras sobre las paredes de mi mundo.

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  10. juanju junio 27, 2012 a 11:19 am #

    Este es un capítulo de una novela maravillosa a la espera de un editor arriesgado que quiera ser millonario.

    El secreto del escriba

    Acostumbraba a recorrer el campamento, cuando no tenía que ejercitarnos o estar de maniobras; mirando, viendo. En el campamento había soldados de todos los lugares conocidos; había honderos ibicencos, arqueros cretenses, había nubios, africanos, también fenicios, y hasta egipcios y gentes de cualquier lugar.
    Los elefantes y las maquinas de guerra hacía tiempo que, no me impresionaban. Me empezó a interesar las cosas pequeñas; la magia, la ciencia, el poder curativo de los médicos egipcios, las habilidades de los artesanos. A mi, que era celta, me gustaba especialmente las herrerías, y como el duro hierro se convertía en espadas o herraduras. Pero por ese lado, no había demasiado que aprender, los mejores herreros del ejercito cartaginés, eran celtas.
    Un día, mientras caminaba por el campamento, me fije el almacén de grano, allí los escribas, iban apuntando los sacos de trigo y el resto de las mercancías, que entraban o salían. Yo había oído hablar de la escritura e incluso ya la había visto, la había tocado, cuando el legado mostró el tratado a Idotes. Pero en realidad no sabía muy bien lo que era, era algo mágico, me recordaba las formulas que utilizaba el druida cuando me enseñaba.
    El escriba fenicio, sentado en un pequeño taburete; escribía en un papiro sobre una pequeña mesa. Miraba lo que entraba o salía; a veces lo contaba, y con una pluma, que mojaba de vez en cuando, hacía unos trazos sobre el papiro.
    Yo miraba de pie, un poco alejado, al escriba fenicio. Trate de imitar sus gestos, incluso conseguí tinta, pluma y papiro. Cuidadosamente moje la pluma en la tinta, y la acerqué al papiro, poniendo las manos igual, pero nada conseguí, no se trasformaron en palabras. Todos los días que podía trataba de espiar al escriba e imitar lo que él hacía.
    El escriba me empezó a mirar de reojo, curioso, después más descaradamente. Yo trataba de esconderme, no ser descubierto, que no supiera lo que quería hacer; pero no conseguía su secreto y me acercaba más. Trate de pensar como podría robar la magia del escriba, como podría robarle su secreto.
    El escriba se había dado cuenta de que yo lo miraba, intentaba disimular, pero para descubrir su secreto debía acercarme. No entendía nada, era algo raro, diferente a todo lo que había visto antes. Pensé que si miraba más atento podría aprende, podría robar la magia del escriba. Me fijé como movía los dedos, como cogía la pluma, como mojaba la tinta, como se acercaba y miraba el papiro cuando algún oficial le preguntaba algo.
    Yo tenía los ojos fijos en las manos del escriba, esta vez estaba muy cerca, este se levanto y se dirigió hacia mí. Tuve miedo, yo que era un hombre lobo, guerrero respetado y temido, tenía miedo de un escriba armado con una pluma, me estremecí.
    – que miras –dijo el escriba.
    No respondí, solo dí un paso atrás y permanece callado.
    – no podrás robar nada de del almacén -dijo el escriba- los cartagineses te azotarían hasta que murieras.
    Di otro paso atrás, y no dije nada.
    – si tocas un solo saco de trigo o un ánfora de aceite, morirás – dijo el escriba.
    – yo no quiero nada de eso –respondí- me di cuenta que el escriba pensó que quería robar algo del almacén, no el secreto de la escritura.
    – bueno –pregunto- ¿Qué es lo que quieres?
    Yo no dije nada, di otro paso atrás, y me quede mirando la pluma, como esperando que la magia saliera de ella y cayera muerto.
    – ¿Quieres escribir? –dijo el escriba que se había dado cuenta de lo que miraba fijamente– eres un palurdo inculto y estúpido, nunca aprenderás.
    – Si aprenderé – le contesté.
    – No –y el escriba volvió a su mesa en la puesta del almacén; a seguir con los apuntes contables.
    Me quede mirando, en el mismo lugar, quieto, hasta la tarde.
    Al día siguiente, cuando el escriba fue a su puesto, yo ya estaba allí, el escriba me dijo –no te enseñaré a escribir- y se sentó en su lugar.
    Yo estaba allí, mirando fijamente a la pluma, a la tinta, a los suaves movimientos de las manos del escriba, este miraba de vez en cuando a donde yo estaba, y volvía a su trabajo.
    Yo sequía mirando, inmóvil.
    El escriba miraba, y volvía a mirar, volvía a su trabajo y miraba durante un rato, pensativo, y volvía a su trabajo.
    Cuando llegó el atardecer y el escriba dejó su puesto, se dirigió a mí y dijo:
     aunque quisiera, no podría hacerlo. No voy a enseñarte sólo para que me dejes en paz. Yo no soy un maestro. Tardé mucho en aprender, cuando era un niño, en Sidón. No es una buena idea; anda márchate.
    Al día siguiente estuve allí antes que el escriba, este se acerco y dijo:
    – no puedo enseñarte anda márchate -su tono de voz no era como el del día anterior de reproche, sino casi de suplica.
    El escriba volvió a su puesto, y volvió a mirarme de vez en cuando, y a su trabajo, y a decir; vete ya.
    Cuando llegó la tarde de ese día, como el anterior, el escriba se dirigió a mí y me dijo– aunque quisiera no sería capaz de enseñarte, vete ya.
    Yo no dije nada y me quedé mirando.
    – bueno -dijo el escriba, que cogió una rama y en el suelo de tierra, dibujo un símbolo- ahora hazlo tú –y me dió la vara.
    Cogí la vara, pensé que era alguna clase de encantamiento, moví la vara contra el suelo; como lo había hecho el escriba, pero no dibujé la letra.
    – No, no es así, no entiendes –dijo el escriba. Me quito el palo y volvió a hacer lo mismo sobre el suelo. Yo miré, pero no lo entendí.
    Entonces, el escriba, abrió el royo de pergamino que llevaba, donde hacia las anotaciones contables, y fue señalando una a una las letras, leyéndolas y haciendo que yo las repitiera.
    – venga ven a mi tienda –me dijo el escriba.
    Yo lo seguí, me mostró las letras e hizo que las escribiera con una rama en el polvo del suelo.
    Ya es tarde –me dijo- mañana cuando acabe de trabajas ven y te enseñaré algo más.
    Me dió un trozo de papiro, con un alfabeto, que el mismo había escrito y dijo que practicara.
    Practiqué toda la noche y cuando al día siguiente, al caer la tarde fui a ver al escriba creí que ya dominaba su magia, y sabría repetir las letras, pero no.
    – Es la letra aelf -dijo el escriba- no lo entiendes, el escriba señalo la letra en el alfabeto y la volvió a repetir, yo también la repetí.
    Después con una ramita, agachándose, escribió la letra en el polvoriento suelo de la tienda. Yo la dibujé también.
    Poco a poco mientras pasaba el invierno, es escriba fue enseñándome a escribir las letras del alfabeto fenicio; sus sonidos, a unirlas en silabas, a hacer palabras. El escriba se encariño conmigo, seguía siendo aún un niño. Me tomó bajo su protección. Se sentía orgulloso de los los avances que hacía, cuando empecé a escribir frases y a leer párrafos.
    – pronto sabrás escribir bien y te enseñare contabilidad –me dijo el escriba.
    Pero yo había aprendido ya lo que quería. Y un día aprendí algo por mi propia cuenta. Si utilizaba las letras fenicias, y las unía a los sonidos de mi lengua, también podía escribir. Eran los mismos sonidos, silabas y letras; que formaban distintas palabras, escribí mi primera palabra Aius, mi nombre “Aius es un hombre lobo” mi primera frase, en mi idioma, con letras fenicias. Sobre el suelo polvoriento, usando las letras fenicias y las palabras de mi idioma. En un lugar apartado, para que nadie lo viera, escribí una palabra tras otra y una frase tras otra, que enseguida borraba, extendiendo la arena de nuevo sobre el suelo.
    Me dí cuenta, que daba igual que alguien lo vieran, solo yo lo entendía, los que hablaban mi lengua no sabían escribir, y los que sabían escribir, no extendían mi lengua.

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  11. Mardefondo julio 3, 2012 a 11:08 am #

    El mundo a través del ojo de una aguja.

    Las tardes las pasaba en el almacén, con la señora Agustina, muy cerquita de la puerta para aprovechar la luz que entraba. Al principio sólo me sentaba a su lado, en una sillita de enea o jugaba con los gatos que saltaban sobre los montones de telas de saco que lo ocupaban todo y que tenían un olor áspero y húmedo.
    De cuando en cuando entraba Timoteo, el marido de la señora Agustina. Era un hombre grande y sudoroso de manos enormes que fumaba sn parar, a pesar de que su mujer no cesaba de repetirle que un día tendrían un disgusto y no sólo ardería el almacén sino toda la finca que sobre él estaba.
    Mi madre trabajaba entonces cosiendo en casa de una señora de la calle Navellos a la que no le gustaban nada los niños. Los niños para meterlos al horno y comérselos con patatitas panaderas, decía. Por eso me dejaba allí cada tarde, porque vivíamos en esa misma finca y los vecinos, según ella, estaban para ayudarse.
    El almacén era tan oscuro que me daba pánico alejarme de la puerta por donde se colaba la luz a pesar de la estrechez de la calle. La señora Agustina debió darse cuenta de que no me divertía mucho, por eso un día me sentó en sus rodillas y me dijo:
    – Yo creo que ya eres mayor, así es que toma, voy a enseñarte a coser sacos- y me ofreció sus manos ásperas con las palmas juntas como una cajita que yo debía abrir. Al hacerlo encontré una aguja larga con la punta curva, grande como mi propia mano, con un agujero por el que enhebrar el bramante – ahora eres mi ayudanta. Mira Timoteo, tenemos una saquera nueva.
    A mi me daba miedo Timoteo y el almacén oscuro, pero más miedo me daba la señora que se comía a los niños al horno.
    La señora Agustina me enseñó a dar puntadas grandes y apretadas en la arpillera, pero me cansaba pronto, sólo tenía cinco años para seis, y mis manos eran pequeñas y sensibles. Se enganchaba la aguja, la cuerda no corría bien y la tela sobre mis piernas me daba calor. Así es que al final la señora Agustina me nombró ayudanta enhebradota de la aguja, y me dejaba una en cuya punta había clavado un trocito de corcho.
    Fue así como descubrí el mundo a través del ojo de una aguja saquera.
    Cerraba mi ojo derecho, como si fuera a tomar una foto, y con el izquierdo miraba a través del agujerito de la aguja que sostenía firmemente en la mano CON MUCHO CUIDADO, como me decía la señora Agustina. Caminaba despacio, al principio cerca de la puerta, jugando con las manchas de luz sobre la madera vieja. Luego recorría el vestido de la señora Agustina y cada motita blanca se volvía grande en su fondo negro. A la señora Agustina se le murió una niña cuando yo aún no había nacido. Luego le miraba sus cabellos, que eran como hilos plateados y castaños, sus pendientes dorados y pequeños y el lunar que crecía en su barbilla y que me tenía completamente fascinada. Era una definida isla oscura en un mar color arena, y en su centro crecía un pelo blanco y puntiagudo como una palmera. Cuando gané confianza, me alejé de la puerta y busqué a los gatos que corrían sobre los montones de arpilleras dispuestos por todo el almacén. Si alguno quedaba quieto me acercaba muy despacio y miraba sus bigotes, su naricilla rosa y el color verdigris de sus ojos. Luego levantaba la vista y aparecía el gato entero. Volvía a mirar a través de la aguja y el suelo de cemento cobraba propiedades impensables; desniveles, descascarillados, todas las gamas de grises, arañitas que corrían al sentirse descubiertas, trozos de cuerda y retales de saco. La arpillera era como la arena de un desierto pisado por las hormigas, la palma de mis manos dunas, los pliegues de mi vestido azul un mar en movimiento.
    Cuando mi madre regresaba me llamaba desde la puerta pero yo sabía que tenía un rato más, mientras la señora Agustina y ella charlaban.
    – Mamá, tengo una aguja mágica para ver las cosas- decía.
    – Sí que es mágica, sí- reía la señora Agustina- que le ha quitado el miedo a la oscuridad.

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    • Juan Julian Carretero julio 6, 2012 a 4:55 pm #

      mola, me acuerdo cuando mi abuela perdio algo de vista y yo le enebraba las agujas

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      • almardefondo julio 7, 2012 a 8:23 am #

        Mi bisabuela tenía un enhebrador mágico (un hierrito muy ingenioso) 😉

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  12. Juan Julian Carretero julio 6, 2012 a 4:50 pm #

    Malcuece (Basado en hechos reales, varios)

    Mirar el horno, relajaba al panadero, aunque no era una actividad que se pudiera mantener por mucho tiempo. Hacía calor, mucho calor, pero le gustaba, a veces miraba a través de la estrecha ventanilla de cristal, que no dejaba ver mucho, solo el color entre rojo y amarillo del calor. Cuando abría la compuerta, en los momentos en que entraba o sacaba el pan, era cuando lo prefería, entonces observaba como se iba cociendo. Sabía que no era verdad, pero sentía como crecía el pan, como se hacía esponjoso, y como cobraba cuerpo, esto no lo debía hacer muy a menudo pues el calor se perdía al dejar abierta la compuerta. Pero siempre lo dejaba algo más, pues le complacía.
    Al panadero todos le decían mal cuece, era su mote, aunque era un magnifico panadero. El mote era de su padre, el lo heredó, en los antiguos tiempos, cuando cada uno traía la masa, de su propia harina y el hornero cobraba una maquila, su padre, que tenia otro oficio, decidió hacer un horno, eran tiempos difíciles, y el oficio era otro, lo principal era la leña. Se rebuscaba en el monte, y por la mañana temprano, las vecinas venían con su masa, y le daban una parte el hornero, y este les devolvía el pan ya cocido. Pero malcuece, el malcuece original, tuvo un fallo, en realidad un único fallo que no se volvió a repetir. Construyó un horno moruno, de barro abovedado y encalado, como se había hecho desde hace siglos, pero cuando hizo la primera quema, la que debía darle consistencia al horno, y hacerlo bueno, no tuvo paciencia, demasiada leña, demasiado calor, y poco tiempo, ese horno, no cogía la temperatura, no cocía bien. Y mal cuece se quedó. Pero malcuece, no se rindió, destruyó el horno que tanto trabajo le había costado, lo hizo de nuevo, y la primera hornada, la hizo lenta, caliente pero no abrasadora, y consiguió un horno extraordinario, que hacia buen pan. El mejor de la localidad. Sin embargo su suerte fue efímera, fue feliz durante diez o quince años a lo sumo, en tiempo en el que se caso y tuvo sus hijos, el malcuece de ahora, malcuece hijo entre ellos. Los tiempos cambiaron, la posguerra de fue acabando y el economía de subsistencia también, llegaron los primeros tractores y las mulas desaparecieron. La gente ya no quería hacer su propio pan con su propio trigo, vendía el trigo y compraba pan. Ya no hacían falta yunteros, ni segadores, y la gente emigró, a Valencia, a Madrid, malcuece también lo hizo, y busco un lugar lo más alejado de su pueblo, que no le recordara sus sueños, y sus esperanzas frustradas. Un primo suyo, que ya había marchado, le busco un trabajo en Grenoble, el primer año estuvo solo, casi sin gastar, ahorrando, y logró llevar a su mujer y sus hijos. Su mujer, encontró trabajo limpiando escaleras, y sus hijos fueron a la escuela, el mediano, malcuece de ahora, malcuece hijo, fue el que mejor se adaptó, el que más estudiaba, en el momento de elegir lo que quería hacer, decidió ser panadero, y encamino sus pasos hacia allí. Aunque eso fuera sólo el recuerdo de un olor infantil, en Francia hizo la FP, en el ramo de alimentación, y enseguida se colocó. Para que después de un par de años, con el poco dinero que tenia ahorrado, volver. Sus padres tenían una vieja casa, casi derruida que no había sido habitada por años, el chico era mas francés que español, pero tenia tesón, y familia, y en en el sitio donde antes estuvieron las cuadras de las mulas, construyo una panadería, nueva, reluciente, con maquinaria moderna y francesa, y empezó a hacer pan, y magdalenas y croissants y de todo, y estaba bueno. Pero en el pueblo había ya una panadería, y la gente tenía costumbre, al principio sólo le compraba la familia, y a veces turnando se para no perder la relación, pero malcuece tenia tesón, y con el mismo Dyane 6 con el que vino de Francia, iba a cada uno de los pueblos vecinos ofreciendo su producto, y poco a poco las cosas mejoraron, ya todo el mundo le compraba pan, era mejor, y sus magdalenas se hicieron famosas en la comarca, creo su propia familia, con hijos que heredarían su mote, pero cuando abría la compuerta del horno, no pensaba en nada de esto, solo en el pan, y como iba creciendo al calor, y se esponjaba y se cocía.

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  13. Benjamín Blanch julio 11, 2012 a 7:06 am #

    «La plantà»

    La «Nit de la plantà» era màgica per a mi. De menut, l’últim que feia abans d’anar-me’n a dormir era abocar-me darrere dels cristalls del balcó de la meua habitació i comprovar que allí baix, a la plaça, no hi havia res. I el primer que feia quan em despertava al matí era tornar-me a encarar al vidre i embafar-lo bocabadat, en veure al bell mig d’aquell encreuament de carrers que s’havia produït el miracle: la falla. Era com una altra nit de reis al març. Amb la mateixa il·lusió, fins que m’endinsava en una son neguitosa.
    Benjamín Blanch

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  14. Juanju julio 18, 2012 a 3:20 pm #

    Vosotros que me veis aquí, rebuscando entre cubos de basura, quizás pensáis que mi vida es desdichada, y si bien es verdad, que las mas de las veces, la comida me es esquiva, en invierno el frió cala mis huesos, y en verano, a veces la sombra no es suficiente para protegerme del calor, esta es la vida que yo elegí, pues yo no soy gato callegero por nacimiento si no por que así lo quise.
    Vengo de una estirpe antigua, de cazadores, como es habitual entre los de mi raza, no conocí a mi padre, pero mi madre se basto para darnos a mi y a mis hermanos todo lo que necesitábamos, nos dio orgullo y nos enseño a cazar.
    Nací en el campo, en una granja, alejada de la ciudad, allí, los humanos que teníamos, estaban solo parcialmente domesticados, y aunque, como todos, racionaban a un buen ronroneo, eso no era suficiente, nos daban lo que necesitábamos, pero no mas, sin lujos, sin excesos, había un pacto con ellos, nosotros eramos cazadores, en la granja, los ratones intentaban siempre robar lo que podían, nosotros los cazábamos, y disfrutábamos de ellos.
    Recuerdo como si fuera ayer, el día en el que mi madre, nos trajo a mi y a mis hermanos, un ratón, ya habíamos probado antes la carne caliente recién matada, pero esta vez no estaba muerto. Yo y mis hermanos nos divertimos con él, nuestro instinto floreció, sentí el deseo de la caza.
    Allí, en la granja, mi madre me fue enseñando, pero yo elegí, mi propio camino; ignoro si fue mi gusto, mis cualidades o quizás la casualidad, pero yo me hice pajarero. siempre hubo mas ratones, y era mas fáciles de cazar, pero me gustaban los pájaros, poco a poco, al principio imitando a mi madre, mejore mi técnica, buscaba un lugar apropiado, donde los pajarillos fueran a comer o beber, me escondía, inmobil, y esperaba; a veces por horas enteras, cuando un pájaro se posaba, saltaba, pero no al lugar donde estaba, eran rápidos, intentaba adivinar sus intenciones, y atraparlos en pleno vuelo. Casi nunca los cazaba, la larga espera se solía desperdiciar, y una vez hecho el intento, el lugar quedaba marcado, y no se podía volver a utilizar, pero valía la pena, cuando pillaba uno, no hay nada mejor.
    Pero un gato tiene instinto para muchas cosas, sabe ronronear, y somo todos sabéis, esa es la base de nuestro dominio, así logramos que los humanos nos sirvan, y cumplan nuestros deseos. Aunque como he dicho, en la granja esto no era fácil, los humanos de allí, solo parcialmente racionaban a nuestro poder.
    Pero un día algo sucedió, cuantas veces me he arrepentido de ello, un grupo de humanos distinto, no los que habitaban la granja, estaban por allí; miraban el ganado, jugaban y sonreían. Mis hermanos y yo, vimos la oportunidad, trataríamos de conseguir algo de ellos; un poco de leche, una golosina, que nos rascaran.
    Rápidamente localice mi objetivo, una niña pequeña, apartada del grupo, tímida quizás, me acerque sibilinamente, sin darle importancia, como quien no quiere la cosa, y capte su atención, ella fue quien se me perseguía, yo la esquivaba, o hacia como que la esquivaba, pero la atraía, y me deje coger, sus caricias fueron suaves, y me acurruque en su regazo, y empezó el ronroneo, la niña me acariciaba y sonreía.
    Después algo paso, no lo entendí entonces, otro humano, mayor, con manos no tan suaves, me agarro, trate de escabullirme, mas no lo logre, me metieron en una caja. Estaba nervioso, solo una rendija de luz entraba por la caja, había movimientos, de un lado a otro, y un ruido de motor.
    El ruido ceso, los movimientos de atemperaron, y al final la caja se abrió, salí disparado, ya no estaba en la granja; todo estaba limpio, olía distinto, era pequeño, corrí por todo el lugar, sin encontrar la salida, olí todo, y encontré comida, leche, beberla me tranquilizo.
    Mi vida fue fácil allí, en cuando descubrí las reglas, los humanos estaban totalmente domesticados, y reaccionaban no ya a mis actos, sino a mis pensamientos. Tenia todo lo que quería, comida para que decirlo, pero todo, si veía a uno de ellos, concentrado, en actitud de hacer algo importante, solo para demostrar mi poder lo importunaba, y jamas recibí un reproche, solo una caricia a mi ronroneo.
    Pero eso no era suficiente, mi instinto seguía dentro de mi, había veces, en que estaba horas, subido en el respaldo del sofá, mirando la ventana, por si veía algún pajarillo, los veía, y los deseaba, y recordaba mi ociosa tecnica.
    Pero crecía, y un nuevo instinto, que yo hasta ese momento desconocía, se fue apoderando de mi, cerda de donde yo estaba, había otro de mis congéneres, sentía su olor, y a veces, a nos maullábamos, pero poco era lo que sabia de él. Hasta aquel día, Un olor, peculiar me golpeo, y me espito, como nada, ni siguiera la caza lo había hecho, él no era él, era una gata y estaba en celo.
    Ni la suntuosa comida, ni las atenciones de los humanos pudieron, sosegarme, solo pensaba en ella, en sentir su cuerpo, en dar salida a mis pasiones. su olor lo inundaba todo. Otros gatos; callejeros , domesticados, llenaron con sus gritos y su olor todo; eran rivales. También yo maullaba, para atraerla, para alejarlos. Pero estaba encerrado, allí entre cuatro paredes, lejos de mi instinto. Mas de tres veces, aprovechado que un humano entraba o salia, pude escapar, guiarme por su olor, y arañar su puerta, donde suponía que también ella estaba encerrada. Pero todas las expediciones acabaron igual, un humano me atrapaba y me recriminaba, no entendía, en realidad no lo entiendo aun hoy, como los humanos que estaban atentos a mis mínimos deseos, no comprendían mi necesidad de sentir el gozo de una hembra en celo.
    La puerta no llevaba a ningún lado, los rivales no eran problema, ellos también tenían vedada la entrada, pero el tiempo se acababa y el celo cesaría. Tenia que apurar mis opciones.
    Alguna vez, cuando estaba sentado en el sofá mirando el vació, a través de la ventana, algún pajarillo se poso en la cornisa, y pensé en salir, alguna vez estaba abierta, pero la cornisa era estrecha, y el pajarillo no me esperaria. Esto era otra historia, hice mis cálculos, las probabilidades de cruzar la cornisa y llegar hasta donde estaba la hembra eran escasas, y casi imposible que cuando llegara allí pudiera penetrar en su celda, seria fácil caer, incluso seria lo normal, pero desde luego no quería renunciar al menos una vez en la vida a saciar mi instinto con una hembra, y la necesidad me hizo atrevido, salte a la ventana, y luego pisando sobre mis propias huellas me deslice por la cornisa, mi pie era mas ancho que esta, y tuve cuidado, no caí, de milagro, y el milagro continuo, sintiendo su olor, localice una pequeña ventana que estaba abierta, un respiradero de un cuarto de baño. Allí, la hembra que ya me sentía, me esperaba solicita, maullando, en la calle, los otros gatos, me insultaban, y me desafiaban, pero me daba igual, mas para lograr mi objetivo, tuve que saltar sobre el vació, ese era el momento, no había marcha atrás, salte, solo una de mis garras se asieron a la ventana, y haciendo un esfuerzo inimaginable logre cruzar mi cuerpo al otro lado de la ventana, entonces todo fue mas fácil, un salto de un metro y medio no era nada.
    Mi amada no era tan bella ni tan joven como yo esperaba, pero dio igual, la goce.
    Pero nuestra pasión no fue silenciosa, y unos humanos, sus humanos, aparecieron, utilizaron la violencia, una escoba golpeo mi lomo, me revolví, aunque no logre dañar a ninguno de ellos. Pronto llegaron mis propios humanos y me rescataron. Pero no me trataron como yo esperaba, me hicieron reproches, me castigaron, eso si de una forma sosa y reprimida, como eran ellos.
    Mas yo había aprendido, en mi viaje, observe, que si bien en primer tramo del camino era peligroso, se podía hacer, y luego, aprovechado algún ornamento de la fachada y varias bajantes, podría escabullirme, aunque lo difícil seria volver. Durante un tiempo sopese la posibilidad, por un lado la tranquilidad del hogar, la comida segura, el calor, los mimos y por otro lo incierto del goce de la casa. Y un día lo decidí, escape, fue peligroso el camino pero no tanto, y al final llegue el suelo, husmee los olores nauseabundos, pero excitantes, de los cubos de basura, hable con mis congéneres, probé de nuevo de caza, con nulos resultados, hay que decirlos. El frió y el hambre me hicieron regresar, y fue fácil, mucho mas fácil de lo que pensaba, solo tuve que esperar en el portar del edificio a que uno de mis humanos me recogiera, y me llevara de nuevo al calor hogar.
    Los humanos tuvieron mas cuidado con la puerta y con las ventanas, pero sabia aprobar mis oportunidades, seria fácil escapar de nuevo, fallarían, siempre lo hacían, no eran constantes, y escape, y esta vez logre una presa, y volví de nuevo al hogar, habiendo saboreado de nuevo la carne caliente de un ratón.
    Pero eso no era suficiente, quería mas, quería sentir, gozar, atrapar a un pajarillo y comerlo con hambre de varios días, no como una golosina en un estomago satisfecho. Escape de nuevo para no volver, se y siempre lo he sabido, que si regresara al portar de mis humanos, un suave ronroneo abrirían las puertas de su seguridad, pero también comprendo que eso, ya no es suficiente; no tener frió, ni hambre, ni deseo, no es vivir, es estar satisfecho, pero no es vivir, prefiero mi vida, quizás sea corta, pero sera plena.

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  15. Sebastiano Somma Nino septiembre 23, 2012 a 5:06 pm #

    Podría hacer de mi un anulado, en el sentido de que podria llegar a reducirme a cero, lobotizarme con vuestros pensamientos extranos, que estàn ocupados en otra parte, ¿dónde?
    ¿Quién sabe?, y no sè si podré impedirlo. ¿Podrán nuestros héroes….?
    La esperanza es lo último en morir, dicen.
    Y sin embargo, también oigo: No se deje engañar por los débiles. Pero no les escucho, a veces ni siquiera les veo, y con plena consciencia, !les piso!
    ¿Qué hacer con este horizonte angustioso, con proyectos similares de castraciòn cuando, en mi opiniòn, la humanidad no quiere otra cosa que llegar a los otros aunque no lo diga el “mal sentido común”? Es esta terquedad de ver en el horizonte una luz que «ilumine» lo que salva las palabras de aquellos»locos», de la Generación Beat, sin excluir la de los seguidores de Yo mínimo, la de todos, incluyendo la de Kerouac, que considera el padre putativo de toda aquella generación a William Seward Burroughs. Gente que creía, apasionadamente, que podìa enfrentarse al mundo con la voluntad de comprenderlo y guiarlo hacia un camino de verdad y locura (la verdad hace que la gente esté loca) y, finalmente, de consciencia y de solidaridad. Hablando del mundo (tal como es y como podría o debería ser) es realmente importante que, no pocas veces, y de forma severa, pero justa y saludable, sobrevenga el silencio.

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  16. Carmen M May 8, 2013 a 11:40 am #

    Medidas

    Veo que del tejado cae
    la última gota peregrina
    y corro, corro antes
    de que llegue al suelo.
    No es que el piso no la merezca,
    pero yo tengo sed enfermiza
    y hace tiempo que no bebo.
    Es un gota, -me dices-
    sólo por una gota
    no vale la pena recorrer
    el kilómetro que te separa de ella.
    Puede que tengas razón,-pienso-
    pero en época de carencia
    poco, puede ser suficiente.

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    • marcenda junio 13, 2013 a 4:14 pm #

      Muy bella tu creación,felicidades.

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  17. Estrella de Mar May 14, 2013 a 12:04 pm #

    BOLA

    Serían cerca de las tres de la madrugada del ya domingo, día diez. ¡Bola a la vista! Vagabundeaban por doquier, yo no tengo 4 gatos. Se quedaban por la parte de los pies y no muy cerca de mi cara, ¡peligro respirar!. ¿Produciría infertilidad el inhalar estas pelusas? JAMÁS lo había oído. Cada vez que me daba la vuelta en la cama bolas nuevas caían sobre el suelo. Primero se dispersaban por el aire como polvo de purpurina. Eran incoloras, aunque a trasluz resplandecían. Se iban acumulando con celeridad y abundancia, y me preguntaba “donde habían estado escondidas todo este tiempo”.

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  18. ANGEL May 29, 2013 a 4:33 pm #

    YILDIRIM

    Yildirim es el señor de todos los señores de la marca, así le llaman los que le admiran o le odian por su genialidad a la hora de maniobrar a su gente en la batalla o por su reiterada carencia de compasión. Yildirim es entre tantas cosas, la verdadera causa que estemos aquí, en tierra extraña y a menos que el Theoktu y su arcángel lo remedien, es el azote que terminara convirtiéndonos a todos en apátridas.
    Se cuentan dos historias apócrifas sobre el sultán todopoderoso y no son nuestras. Cuando Yildirim contaba 5 años, en la antigua Prusa, hoy Bursa, fue castigado por su Ulemi principal por golpear a un compañero de juegos que bien pudo ser su hermano Yakub. No tenemos detalles del castigo aunque quien nos lo hizo llegar recalcaba que uno de los engranajes de la educación de nuestros enemigos se basaba (se basa) en la humillación. Este comienzo de heredero es el que contemplaba unos días después desde su ventana como su Ulemi mayor atravesaba la plaza en dirección a la residencia. El calor había alejado toda presencia de los alrededores, el sol era como el plomo derretido de una fragua. A unos 20 pasos de la entrada, el hombre, que sudaba copiosamente, se detuvo de repente como herido por un rayo. Sus manos se aferraron a la garganta, como si le faltara el aire, sus ojos se abrieron desmesuradamente y acto seguido se desplomó murmurando una ayuda que solo Yildirim alcanzó a entender. Pero no hizo nada. El futuro sultán contempló en su rencor la agonía del único Ulemi que había conocido. Y para quien a su vez le conocía, más que con la venganza, este debió ser el primer encuentro de Yildirim con su orden natural de ver las cosas.
    En otro momento, ya conquistada Adrianópolis, que los turcos rebautizaron enseguida como Edirne, Yildirim observó a una de las siervas cristianas de Uderni Pacha robando manzanas de un huerto vecino a la familia. Las iba depositando en el regazo según caían del árbol que ella se encargaba de agitar, y algunas que le resbalaban seguían rodando calle abajo, cosa que no parecía preocuparle. Yildirim se detuvo a recoger una de las manzanas mientras observaba a la criada. Las venas se marcaban en el vientre desmesurado que escapaba de su blusa. Ni siquiera era consciente de su presencia, tal sería su debilidad. Yildirim ya conocía la ley y sabía de los 100 latigazos que correspondían al culpable de hurto. El hambre, seguro, no servía de atenuante. Se preguntó el futuro sultán si el niño o la mujer sobrevivirían al castigo. Finalmente las prisas por si alguien más había contemplado la escena le hicieron delatar a la cristiana pero asumió la culpa del hurto y salvo la vida del niño. Pero no queda claro que recibiera los latigazos. Hay quien sita esta historia justo antes de la otra, cambiando el personaje de Yakub por el de la cristiana, y situando al Ulemi unos pasos detrás de Yildirim. Casi como en una fábula.

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  19. Jan Farina May 29, 2013 a 10:21 pm #

    Despacho sin clientes – Capítulo 1
    Al final de la callejuela Simón en la esquina que da a la Sagrada Familia había una fonda donde se podía comer algo mejor que lentejas, habichuelas o carn d’olla y beberte una bencina que llamaban coñac sin temor a sufrir un atraco a mano armada cuando se pedía la cuenta. Pérez Moya observó todas las salidas del local y reseñó la tipología de empleados y comensales. Después escuchó una conversación detrás suyo entre una mujer –por la voz, de unos cuarenta años– y un joven de veinte, que podría ser su amante, su sobrino, su vecino o cualquier cosa menos su hijo.

    Se giró. Por el espejo anterior de la caja registradora comprobó las edades y una precaución en los gestos que los delataba. Parecían estar conspirando contra alguien. Por las palabras de la mujer, se podía asegurar que alentaba al joven más por mantener viva su fogosidad que por aventurarse en ninguna conspiración. Sin duda, el marido, o quien fuera el tercero, le convenía más vivo que muerto.

    Todo este ejercicio de contabilizar salidas de escape en un recinto, fisonomía de la concurrencia y escuchar conversaciones casuales a Pérez Moya le importaba un pimiento. Era sólo una rutina para mantenerse en forma. A veces, una palabra, un rostro, un encuentro casual, una prenda o fragancia particular, servía para resolver un caso, meses o años después. Cada noche ponía al día su fichero personal, sobre todo para mantener la moral y no caer en el desaliento por la falta de clientes.

    Eran las dos y cinco de la tarde. El detective se disponía a retomar su puesto de vigilancia del impresionante chalet que los López Fábregas poseían en la avenida del General Primo de Rivera (ex Gaudí). El problema era que no le había contratado el industrial dueño de la finca, sino la hermana de la criada. Era un asunto de poca importancia que, con suerte, podría reportarle una gallina, en pago de honorarios por el servicio. Se trataba de una gallega rozagante y de carácter alegre –igual que su hermana– que desde que había entrado a trabajar en esa casa, dos meses atrás, sufría un deterioro progresivo. Cada vez estaba más pálida y decaída. Según la hermana, se había visitado con dos médicos y no le dieron ninguna explicación satisfactoria. Además, la familia la trataba muy bien, le pagaban generosamente, le daban un día y medio de descanso a la semana y todas las noches la señora le llevaba un vaso de leche caliente a su habitación para que se durmiera profundamente. En suma, la muchacha era tratada con cariño y no tenía quejas contra la familia. Su hermana, sin embargo, recelaba cada vez más de esa gente. Según ella tanto afecto debía, por fuerza, esconder algo turbio. Pérez llevaba una semana de vigilancia –el tiempo mínimo de servicio– pero no sólo carecía de pruebas sino que ni siquiera tenía una corazonada.

    Era un día de otoño gris y desangelado, frío, como todas las temporadas después del ’39. Barcelona parecía morir cada año un poco más. Pérez se detuvo a mirar la cara buena de la Sagrada Familia. Siempre descubría un nuevo detalle y un misterio por resolver. No quería ser obsesivo pero terminaba invariablemente cayendo en sus redes. Un ajedrez indescifrable.

    A pocos metros, en el ángulo de la plaza, unos turistas ingleses –con la clásica indumentaria de exploradores– contemplaban la misma fachada. El hombre no dejaba de disparar fotos con una cámara Reflex, como si con ello le arrebatara pruebas esclarecedoras al misterio de Gaudí. Dos minutos después se hartaron. Él guardó la máquina de fotos en la bolsa de la mujer. No había más misterios por fotografiar. Entraron en un colmado y salieron con dos cervezas. Cogieron por Cerdeña en dirección avenida del Generalísimo en busca de un nuevo souvenir. Se perderían el gran espectáculo que estaba por comenzar.

    El silencio permitía oír el frufrú de las sotanas de los curas que entraban en el templo. Mezclada con el grupo descubrió una mujer de la que no pudo ver el rostro, estuvo todo el tiempo de espaldas. Llevaba un pantalón oscuro, un abrigo corto de piel marrón claro y mocasines. No se oían sus pasos. En lugar de entrar decidió dejar una limosna a un pordiosero que estaba al pie de la escalinata. Miró el reloj, apretó el paso en la misma dirección que traía y después giró por la calle Valencia desapareciendo detrás de la iglesia.

    El detective percibió que algo no encajaba en el paisaje y dio unos pasos por la calle Marina. Fue una reacción instintiva.

    Un hombre con mono azul, de fisonomía extrañamente familiar, reparaba una camioneta aparcada sobre la acera izquierda. Fingía. Era tan malo en su papel que bastaba seguir la línea de su mirada para encontrar a sus cómplices. Eran dos gorilas que apenas cabían en un Fiat estacionado al otro lado de la calle, casi en el chaflán. Estaban comiendo un bocadillo.

    Pérez hizo cuentas: dos, más el que hacía de mecánico, sumado a los dos del interior de la camioneta, le daba una cifra aproximada a un atraco y de los gordos. Como no había bancos en las inmediaciones, cambió de parecer: en lugar de atraco puso atentado.

    Pensó en volver sobre sus pasos y pedir otra vuelta de coñac con gusto a gasolina. Sí, es lo más prudente, se dijo. Pero el que hacía de mecánico le echó el ojo. Una de esas miradas que dicen: “Mejor, te quedas quieto donde estás. Posdata: Te conviene”. Pérez no sabía qué ventaja le reportaría quedarse inmóvil en medio de la que se avecinaba, pero no era el momento para discutirlo.

    Un De Soto negro con matrícula oficial que venía por la calle Mallorca giró por Marina. Subía plácidamente hacia el Guinardó. El del mono azul se plantó en medio de la calle. Su herramienta era una metralleta Stein. Pérez supuso con sorna que la había extirpado del radiador para que el motor no recalentara. Vació su carga en dos o tres segundos. No se guardó nada para los postres. El De Soto parecía un elefante ciego chocando contra una lluvia de plomo. Por si quedaban dudas, otras ráfagas de metralla partieron del Fiat, opuestas a la descarga inicial; lo que vulgarmente se conoce como operación en pinzas o tenazas, según el país en que te encuentres.

    El que hacía de mecánico corrió hacia el De Soto, abrió lo que quedaba de la portezuela izquierda, miró lo que había dentro y con rabia la volvió a cerrar de una patada. Después miró a Pérez Moya, quien a esas alturas parecía una estatua del Parque Güell, y le envió una mirada con mensaje nuevo. Se podía decodificar como: “te perdono la vida” o “me debes una”. Para el caso daba lo mismo. Luego subió al estribo de la camioneta. Arrancó sin problemas y exclamó: “¡No era Quintela, coño! ¡La hemos cagado!”. Partió a todo gas. Fue lo último que vio antes que todo fuera silencio y oscuridad.

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  20. Juan Julian Carretero junio 2, 2013 a 5:01 pm #

    Lo salvaje.

    Francesc cogió como siempre el metro en la parada de L’Hospitalet, y se subió al vagón. Como siempre pendo que un metro en hora punta era lo mas deshumanizado que podía existir. Miles de personas en el mismo sitio, algunas que se veían todos los días, que ni se hablaban ni casi se miraban. Hoy había una chica de edad difícil de determinar, entre los dieciséis y los veinte; de aspecto cuidadosamente descuidado, un largo vestido negro, como victoriano, y unas botas bastas, el pelo negro con un recogido muy elaborado, como de los cuarenta, los labios violentamente rojos y la piel muy pálida.
    Francesc la miraba tratando de no parecer un viejo verde. Las pupilas cobrizas de la chica no se retiraban, y su mirada era entre tímida y desafiante.
    Francesc recordó el gavilán que encontró caído de un nido y alimento con pollo. La misma mirada, el ave estaba a su merced, pero un ave de presa a fin de cuentas. Llego su parada y tubo que bajar. Pero algo había hecho clip en su cerebro. La mirada del depredador salía de sus ojos.

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    • Juan Julian Carretero junio 2, 2013 a 5:03 pm #

      Es un relato inacabado, pido ayuda para finalizarlo.

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  21. pau bonet cabezas junio 3, 2013 a 7:05 am #

    …Y llegaron los pichitas al valle de la abundancia.
    Y cultivaron los frutos del árbol boing.
    En tal fértil tierra verde vivieron en el exceso. Y tras las lunas del estío estaban con sobrepeso.
    En una raza voraz se convirtieron los pichitas. Comiendo todo el boing que cabía en sus marmitas. Hasta el triste día que el árbol dejó de crecer.
    En un eterno otoño baldío el boing se consumió bajo el frío.
    Quedaron en ayunas los voraces pichitas. Sin nada que echarse a la boca. Hasta aquella mañana marchita, al hincarle uno el diente a una roca.
    El pichita en extremo hambriento, murió en plena deglución. Y es que la piedra caliza suele provocar indigestión.
    Ante la vista del cuerpo inerte, otro avieso pichita empezó a pensar. Una idea explotó en su mente. Lo podrían devorar.
    ¿No era carne lo que el boing les prodigaba? ¿No era la carne del pichita, carne con boing alimentada?
    Comamos pues al infortunado, cuyos dientes en la roca se han quedado. Nos preguntaremos que ha pasado con el estómago saciado.
    Y los pichitas comieron sin paladear demasiado, pues era tal su apetito, que engullían los bocados.
    Agradóles en grado sumo la inesperada merendola. Empezando a preguntarse quien llenaría la perola.
    Y así fue como esta raza inició su exterminación. El único pueblo extinguido por autodeglución.

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  22. Fernando Morote junio 21, 2013 a 5:11 pm #

    Una flor entre las piedras
    vive como yo entre la gente,
    desadaptada y absurda,
    pero lo hace naturalmente

    («Poesia Metal-Mecanica», 1994)

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  23. Fernando Morote junio 21, 2013 a 5:14 pm #

    Una flor entre las piedras,
    vive como yo entre la gente,
    desadaptada y absurda,
    pero lo hace naturalmente.

    ( extracto de «Poesia Metal-Mecanica», 1994)

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  24. EDUARDO FRAZETO junio 23, 2013 a 6:38 am #

    MUERTO DE TODAS LAS PALOMAS

    Cuando se han muerto todas las palomas
    Nos quedaremos aislados para siempre en esta plaza
    Ya no sabremos como partir
    O como regresar
    Con tanta ausencia por los ojos
    Cuando se han muerto todas las palomas
    Es un hechizo de un adiós impostergable
    Una voz que nada sin ser oída entre los vientos
    Yo llevo mi propia suplica afónica en la garganta
    Y como caballitos solos saltando la voz
    De los que han muerto
    ¿Quién esta parada delante de la luna y lleva
    La vela como un reproche ardiendo?
    ¿Un reproche la vela de la que esta parada
    Delante de la luna?
    Hoy me he partido en varias voces
    Me he ido yendo en cada suspiro por nombrar
    Un rostro olvidado hundido en la arena de mi corazón
    Cuando se han muerto todas las palomas
    Ella no tendrá alas para el regreso
    Ni yo para buscarla
    Tendremos una montaña de palomas
    Cayendo hasta el fondo de los ojos
    EDUARDO FRAZETO

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  25. MARIA DEL ROSARIO OLIVARES VEGA junio 24, 2013 a 3:26 pm #

    MARIA DEL ROSARIO OLIVARES VEGA
    24 DE JUNIO DEL 2013

    NUESTRO ENCUENTRO

    En el lecho palpitan dos corazones,
    cada uno escondido en un cuerpo feliz y desnudo.
    La habitación de cortinas abiertas, dejando entrar los .rayos .moribundos del sol.
    A la derecha, el velador con el cenicero lleno de puchos y cenizas, y en el piso, dos botellas ,vacías juntas a la silla donde reposan
    nuestras ropas, mustias, calladas, esperando con inevitable desdicha el terrible momento de cubrir nuestros cuerpo y devolvernos a la realidad…..♥♥
    (Rosario O.)

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  26. juan. junio 29, 2013 a 1:30 am #

    REPTIL
    Vertebrado ovíparo como reptas por el balcón con tu sangre fría y esa respiración doble pero incompleta. Te observo cómo te vas acercando por la ventana con tus miembros atrofiado hacia la hermosa maceta y luego te quedas breve tiempo en el cristal, y al rato sigues, lo cruzas. Y casi rozando el vientre con la pared sigues reptando camino del florido rosal.

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  27. J-r Cabrera Gonzalez julio 3, 2013 a 1:54 am #

    Cuando el sol se apague cuando el sol se apague te darás cuenta de que el calor de mis brazos será suficiente para resguardarte del frio insensato que acoge tu mundo oscuro ,Mi luz debería de alumbrar tu destino y hacer que elijas tu mejor camino, pero por causas del destino aun no es tiempo de que empieces a abrir los ojos y no sabes que soy capaz de llevarte a la mayor felicidad. Pero mis esperanzas apenas empiezan a brotar y la raíz de la pasión me dice que luche por hacer que se iluminen tus ojos al verme, daté cuenta que quiero lo mejor para ti y a mi lado encontraras calma porque yo soy el agua clara que espera paciente encontrar su hermoso color azul.

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  28. victor peresanto julio 7, 2013 a 2:26 am #

    TULIPANES DISFRAZADOS DE HORMIGON

    Rehuí de la amenaza que engulle al enclenque cuando comenzaron a aunarse las ideas. En polvo se imbuían las letras, en cenizas los ideales.
    La libertad ahora vagabundea descalza y con cadenas, descaminada por los andares enrevesados, enmarañada por las clarioscuras clarividencias.
    Ocultosas intensiones diseminan las vergüenzas, y el hijo pródigo no se encuentra atenuando al sexto sentido.
    Dejando a un lado la urbe aprecias tulipanes disfrazado de hormigón, chatarra camuflada de una verde corpulencia, lagos de lavas que codician ser ríos, edificios que se aventuran a agujerear la bóveda del cielo.
    Arrebujado en un manto de roídas telas, imagino que la seda me acurruca en un nido de ofuscaciones.
    Los paisajes son adulterados, las preguntas semejantes, las respuestas discordantes. Circundando creí desenterrar respuestas acallando sacos de hipocresía. Con la efigie escarchada arrié bandera desabrigando mi cuerpo. Me despojé de armadura y coraza, licencié todas mis armas, arrodillé mi jactancia ante el altar esfumándose la postrera lágrima que recelaba.
    Desistió las ganas de insistir, se ahogó el zumbo que aguijaba al paso, se finiquitó lo que nunca quise ver…y ahora asilado guarezco sin arrojo en el eterno sueño invernal de los osos…y ahora solo sueño e interpreto bajo la transparencia de los opacos.

    TAN DIFERENTE COMO EL MUNDO

    Chillan los goznes pidiendo ayuda, porque las cerraduras los han abandonado. Llueve siempre en el desierto por las lágrimas secas de los dioses, y el elefante ruge, y una cigüeña ladra. Los veranos son fríos, los inviernos calurosos, y el día se hace noche y la noche día.
    Cuando los caballos rodaban a gran velocidad las casas eran castillos y las doncellas, hermosas gacelas. El loro se zarandea como un mono, y una hormiga serpentea escupiendo por la lengua veneno, para arremeter contra la serpiente.
    Los humanos imitan, y la naturaleza se queda educada. La nieve enjuaga sus dientes afilados y la roca de los acantilados se vuelve resbaladiza y congelada.
    Soy una extraña que hila telas de arañas para hacer cuerdas y nudos para complacer al oso que baila. El pato abre la boca de cocodrilo, y no mastica sino engulle, para reptar como un topo en la hoguera que baja del cielo, en los primeros rayos de la tempestad.
    Cabizbajo, el búho acecha, porque sabe que el gavilán croa como un sapo que devora, como la oveja al lobo… y da la noche en los arrabales, porque los grillos aúllan y los zorros nos deleitan con sus violines. Luego se juntaron los aquelarres, embrutecidos por el cause del gran río, dando comienzo la temporada, que persigue solamente, a los herejes del mar Muerto. Brindan mis cosechas por el buen año, y los vinos tintos endulzaron las uvas, para apaciguar a los ignotos, ignorantes de poca cultura.
    Se abre el telón, y la función termina.

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  29. Cristina Frasíe julio 8, 2013 a 3:18 pm #

    – Te quiero.
    – ¿Por qué?
    – No lo sé.
    – Entonces, sí es verdad que me quieres.

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  30. Ana Pascual Pérez julio 13, 2013 a 11:32 pm #

    INTERVALOS DE CERCANÍA.

    Las miradas entre Luis y Adela cuelgan entre los dos como hebras invisibles… Unidos por hilos quebradizos, se observan en la distancia que les procura el recuerdo. Luis hilvana pensamientos mirando las manos venosas de Adela. Observa con qué delicadeza las ahueca para acoger el tazón de leche. Después su mirada trepa por la bata rosa, descolorida y con bolitas, hasta llegar a la luz que se cuela por la ventana de la cocina…, a espaldas de ella.
    Adela hila su mirada a la forma en que él unta la mantequilla; cómo gira la cucharilla dentro de la taza… y sonríe cuando ve que al beber se le empañan las gafas. En ese momento están tan cerca… pero ninguno de los dos atisba a la compañía que tiene enfrente; a la persona con la que compartieron no hace mucho la dulzura del azúcar, el amargor del café solo; la alegría contenida en el zumo de frutas y la quemazón del pan tostado… Toda una vida servida en el desayuno, que ahora nunca terminan.
    Sus ojos trazan trayectorias divergentes, apuntando hacia la lejanía. Perdiéndose en el espacio- tiempo hasta topar con algún recuerdo, que les hace regresar hacia el interior de cada uno de ellos.
    Son distancias difíciles de acortar, cuando lo que ha mermado es la complicidad y el afecto. En apariencia cortas, albergan soledades kilométricas, espaciadas por un acompasado tic tac que rellena los minutos silentes de miradas perdidas.
    Finalmente, las hebras invisibles que les unían caen al suelo y se arremolinan junto al polvo. Mientras Luis recoge las sobras del desayuno, Adela barre la cocina.

    Autora: Ana Pascual Pérez

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  31. Florencia Mayra Gargiulo julio 17, 2013 a 2:19 pm #

    Época de frutillas

    Me fumé un cigarrillo de amargura
    Y la locura, me acompañó en cada estación
    Que palpable es el sinónimo, en la negrura de tus ojos

    Ayer bailamos, nos acercamos
    Como dos conocidos, desconociendo lo mismo
    El mundo

    Tiempos aquellos en los que me hundía
    Rutinariamente, a la misma hora, todos los días
    En un café para llevar

    Que frío es el sin sentido, por no darle el sentido
    Un sueño me hace falta
    Morder la frutilla antes que todo se derrita

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  32. Viviana Alvarez julio 25, 2013 a 9:01 pm #

    Viviana del R. Alvarez Formoso

    Y aunque entonces no lo sabíamos,
    no hubiéramos podido sin Vos…

    Negrura de hierros retorcidos en el cielo del mundo
    cenizas de acero, vidrio y sangre

    sobre mí, el polvo de tus huesos deshechos
    la lluvia de tus sueños quebrados

    Cierro los ojos y escucho tu grito último,
    son míos tu perplejidad y tu miedo
    ay, reconociste cabalmente los ojos enamorados de la muerte,
    ay, nos viste solas, paradas en el desierto.

    Muerte hambrienta,
    abierta de par en par,
    vomitaste trozos calcinados
    en grandes redes negras.

    Y ahí, después, las dos, perplejas,
    intentando dar pasos en el agua,
    vestidas de polvo de vidrio y de acero,
    de pies a cabeza, por dentro y por fuera.

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  33. Efrain Villegas julio 30, 2013 a 3:58 am #

    CINCO HAIKU

    Al que sonríes,
    ese te apuñala:
    roja sandia.

    Flor del baldío,
    mientras no te vean:
    descansa, tonta.

    Buganvilias,
    píntenle al año
    sus tristes labios.

    La mariposa
    mientras se muere,
    se abanica.

    Estoy de suerte,
    cocuyos en mi cama,
    sopa con moscas.

    EFRAIN VILLEGAS.

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    • Estrella de Mar agosto 8, 2013 a 10:05 am #

      Me gusta el HAIKU ¿Estos son de tu propia cosecha Efraín Villegas?

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  34. Rebecca Rubio agosto 6, 2013 a 12:22 pm #

    La noche anterior Mario y sus amigos se quedaron en el apartamento hasta tarde, Dan había conseguido un puesto de trabajo por el que llevaba años postulando y todos decidieron celebrarlo en casa.

    – Eres genial Dan, ¡ Tan solo te ha llevado cuatro años que el jefe se fijara en tu culito!

    -¿Ya te ha dicho que va a dejar a su mujer para irse a vivir contigo?

    Bromeaban todos mientras Dan hacía muecas extrañas disimulando para que no se le notara que en realidad no le hacía ninguna gracia.

    – Al final mi esfuerzo se ha visto recompensado, el proyecto que presenté me llevó muchas horas, pero al final mereció la pena.

    Presumía alardeando con aires de superioridad.

    -¡ Claro que sí!, ahora solo tienes que compensarnos a todos por aguantar tus idas y venidas en este último año con una gran mariscada.

    – Sobretodo a Evie, que fue la que más te ayudó con la investigación de la tesis, ¡en realidad el cincuenta por ciento de la nómina de cada mes deberías ingresarlo en su cuenta!.

    Vaciló Amanda.

    -Si Evie quiere nos vamos a China y acabamos ese viaje que empezó.

    Evie se sonrojó mientras miraba a Mario de reojo, quería comprobar si ya estaba lo suficientemente borracho para pasar por alto el comentario o sería motivo de disputa al acabar la noche.

    -Mario si quieres también puedes apuntarte, ¡Así descanso de las excursiones que hacen que tengas que despertarte a las seis de la madrugada en vacaciones!

    Reculó Dan compenetrándose con la mirada de Evie y aprovechando para desviar la conversación.

    (…)

    Tras horas de debates absurdos llevados a cabo por la influencia de varias botellas de ron cubano, que el hermano de David les regaló tras una escapada al otro lado del charco para celebrar su divorcio el verano pasado, todos fueron abandonando paulatinamente el apartamento.

    Evie odiaba irse a la cama con toda la casa oliendo a tabaco, pero al final nunca se atrevía a decir que en realidad no le gustaba nada que fumaran allí, “por una vez no pasa nada”, decía, aunque en realidad sabía que todos los acontecimientos importantes y los que no lo eran, siempre se celebraban allí, y lo peor de todo era que Mario nunca limpiaba nada, por lo que siempre le tocaba a ella.

    Cuando quiso darse cuenta él ya estaba roncando en la habitación, así que aprovechó para salir a tomar el aire y tener un momento de soledad. Había estado muy liada toda la semana y casi no había tenido tiempo de desconectar y pensar sobre lo que ya hacía unos días le venía rondando por la cabeza.

    Así que se cepilló los dientes, cogió su vieja sudadera y salió fuera, con la idea de poder desconectar, pero cerró los ojos y la primera imagen que le invadió fue la misma de siempre.

    En los últimos meses había vuelto allí demasiadas veces. A menudo se encontraba acariciando las cortinas de aquel salón húmedo con olor a madera vieja, sin tan siquiera levantarse de la hamaca caribeña que ahora colgaba en su terraza.

    Evie estaba cansada de cambiar de ciudad y de vida, a menudo se sentía culpable por Mario , éste no sabía nada y lo que más fomentaba aquella culpabilidad era que nunca pensaría que ella fuera capaz de hacer aquello. Sentía que él no la conocía y aunque el creyera que era encantadora, tenía mucho que ocultar.

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  35. Gloria Fuentes Sáenz agosto 7, 2013 a 8:15 pm #

    Esto es un fragmento de «Accidentes de la guerra» uno de los 30 cuentos que forman el libro «Villa, Zapata y los otros», de los autores Gloria Fuentes S. y Rubén G. Oropeza, publicado en México.
    —Esto está por terminar —afirmó el mayor Sandoval, sirviendo café en su pocillo—, y yo creo que la llevamos ganada: Villa está acabado, anda prófugo; la famosa División del Norte ha sido destruida y Zapata está muerto. No cabe duda de que la estrategia militar siempre triunfará sobre la fuerza bruta.
    El capitán Orendáin lo escuchaba atento. Con la mirada lo invitó a seguir hablando.
    —La vida militar es disciplina; nosotros actuamos, obedecemos órdenes; somos pura acción, el gobierno es el que piensa y decide…
    La charla fue interrumpida por un soldado, quien informó que habían tomado prisioneros a dos espías y solicitaba instrucciones acerca de qué hacer con ellos. Molesto, Sandoval lo increpó:
    —¡Cómo que qué van a hacer con ellos! ¡Pues lo que debe hacerse! ¡Ejecútenlos!
    —Per…dón, mi mayor… ¿los fusilamos?
    —¡Con un chirrión!… ¡Cuélguenlos!
    —¡A sus órdenes, mi mayor!
    El soldado se retiró rápidamente. Sandoval, dando un trago a su café, retomó la charla.
    —Bueno, ya hablé mucho. ¿Y tú, Orendáin? ¿Sigues preocupado por tu hermano? Ese asunto te ha traído muy pensativo…
    El capitán Orendáin lanzó un profundo suspiro, se arrebujó en su capote y dijo:
    —Sandoval, estoy de acuerdo contigo, pero estás pasando por alto que la vida militar también es de sacrificio. Y aquí te va el ejemplo: mi hermano Federico y yo ingresamos juntos al ejército. Todo iba muy bien, pero cuando comenzó este relajo tuvimos serias diferencias debido a nuestros puntos de vista respecto al movimiento de insurrección que se gestaba. Al final de cuentas Federico desertó, se fue a la bola, pero ambos hicimos un pacto: aun cuando estuviésemos en filas enemigas, si en manos de alguno de nosotros estuviera el salvar la vida del otro, lo haríamos, sin importar que en ello nos fuese la vida misma.
    —No te preocupes, Orendáin —dijo, calmado, Sandoval—. Por lo que me has contado tu hermano se fue al sur, así que la posibilidad de que llegaran a enfrentarse es muy remota.
    No muy convencido, el capitán Orendáin encendió un cigarrillo y aspiró profundamente, mirando al vacío. En ese momento se presentaron un teniente y un sargento que venían a relevarlos de la guardia. Sandoval le echó el brazo al hombro a su compañero, y le dijo:
    —Lo mejor que podemos hacer es tratar de descansar, procura dormir bien y no te agüites tanto.
    —Está bien, Sandoval. Hasta mañana.
    El capitán Orendáin sentía una extraña desazón. Para calmarse, decidió terminar su cigarrillo mientras daba una caminata por los alrededores del campamento. A la luz de la luna menguante, vio las siluetas de los dos colgados. Una irresistible curiosidad lo impulsó a acercarse al árbol del que pendían. Se hallaba a unos pasos de éste cuando un par de soldados, portando sendas antorchas, pasaron justo bajo los ejecutados. El resplandor del fuego alumbró sus rostros de manera macabra.
    —¡¡Nnooo, no puede ser!! —exclamó desgarradoramente. Luego, cayendo de rodillas, comenzó a lanzar una serie de sobrecogedores alaridos, como si hubiese enloquecido. Desenfundó su pistola, cortó cartucho y estaba a punto de apoyar el arma en su sien, cuando un brazo enérgico detuvo su intento. Era el mayor Sandoval quien, alarmado, le preguntó:
    —¡¿Qué te pasa, Orendáin?!…¿Por qué quieres hacer eso?
    El frustrado suicida, con el rostro bañado en lágrimas, sólo atinó a señalar hacia donde estaban los colgados y exclamó:
    —¡Ahí… ahí… mi hermano Federico!
    Sandoval apenas miró a los cadáveres. Le puso el quepí a Orendáin, como lo hubiera hecho con un chiquillo, y parsimoniosamente le dijo:
    —Ni modo, son accidentes de la guerra…

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  36. Mirna Paz Viola agosto 8, 2013 a 4:19 pm #

    PADRE NUESTRO…..

    ¡Padre nuestro que estás en los cielos¡

    no me dejes…

    sin éxitos ni glorias

    no extirpes de mí

    las fuerzas que me quedan

    para seguir luchando cada día

    pulverizar cabezas

    ya no es hábito mio

    es por eso que imploro

    que realices un guiño

    me arrojes una cuerda

    o solo una mirada.

    ¡Padre nuestro que estás en los cielos¡

    te advierto….

    que casi resbalaron mis pies

    al ver la prosperidad de los impíos

    y no me siento pecadora alguna.

    Mirna Paz Viola.

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  37. Sonia Isabel Poeta Argentina agosto 10, 2013 a 6:26 pm #

    Antes y después

    Un minuto antes de cambiar la sensación,
    siento que el amor me ha sido dado
    como las estrellas
    que fueron dadas para mirar desde lejos
    y ante ellas los ojos cetrinos
    apenas encienden los faroles
    de una calle cenicienta.

    A veces me siento
    una estatua de ningún material
    esculpida por ningún escultor.

    Un minuto antes de cambiar de humor,
    me siento en un mundo de inmortales
    la única mortal.

    Y un minuto después del macizo terraplén
    siento que todo me ha sido dado
    para construir el Edén.

    © 2013 Sonia Isabel

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  38. Luis Alberto Gontade Orsini agosto 13, 2013 a 2:01 pm #

    LA CALLE DE LAS LÁGRIMAS

    La calle de las lágrimas no tiene un lugar reservado para estacionar perdones, tampoco admite proyectos apologéticos o difamaciones a escape abierto.
    Los árboles, troncos viejos, han perdido las hojas que escuetos suspiros afiebrados se llevaron lejos; palabras sin tiempo e inofensivos oráculos – en los que nadie cree – proporcionan el estímulo necesario a la levedad melancólica de la brisa, que se desliza por esa calle como una culebra dispuesta a despojarse de sus capas.
    La gangrena proviene de la raíz, no hay pájaros ni grillos; las avispas desoladas, a contra razón, abandonaron hace mucho tiempo su orfebrería. De hecho era la certeza de la verdad lo que tornaba irrelevante la conciencia.
    Tampoco se oyen taconeos ágiles o el sobresalto de los piojos de la noche.
    La luz, difusa y vacilante proviene de las almas que fueron voluntad y confianza. A la hora dispuesta para los placeres triviales es posible verlas tras sus propias huellas buscando el comienzo.
    Infrecuentes o casi olvidados, los aldabonazos impacientes, santo y seña del amante, ya ni siquiera reúnen una nota ¿quién contestaría? Apenas el señor cartero, de breve recorrido, obtiene respuestas apagadas de algún delirante expuesto a esperas inútiles.
    Las nubes, perpetuamente alargadas y frágiles como las venas de un difunto han advertido al sol:
    ¿Conoces la amenaza de diluirte en esa calle?
    Los lustrosos adoquines registran el hálito solapado de fatigados peregrinos que cada tarde-noche se ilustran con gracias prosaicas y bártulos de breve felicidad.
    El tiempo mismo, olvidado de lo eterno, se ha encerrado en los balcones ruinosos.
    Desde las puntas de hierro centenario penden hechizos de comedia y estandartes de tela deshilachada.
    Un poco más acá, apiñados sobre carruajes malbaratados, los espectros de miriñaque y chistera saludan a la niña pecosa sentada en el umbral de la casa más alejada de la iglesia con la cabeza apoyada en el hueco de sus manitas.
    El látigo restalla sobre cuatro bestias de cadera partida, ajenas a su suerte y a las muecas solitarias de los serafines marmóreos que han quedado como mudo testimonio del penúltimo día.
    Uno de por ahí le ha ordenado a la niña esperar los aguaceros de marzo que devolverán la vida al canto; pulir juiciosamente los trebejos de las alacenas, confundirse con el paisaje yerto y mantener la lumbre encendida. Siempre.
    El viento negro ruge en lontananza. “Aprestaos los ilustres embusteros, los menesterosos a sueldo, los diletantes del mal”, ruge.
    Sorprendido un alacrán asoma su espina letal… No hay apuro, sabe aguardar.
    Continúa el viento negro:“Os depositaré en esos lares y habréis de liberaros de mí con el compromiso de cuidar a la niña.”
    Se dirige a una larga caravana de memorias trágicas que se ha demorado inconvenientemente, no obstante percibirse ya los gemidos lejanos que a primera hora del día suelen confundirse con aires de venganza.
    A las tales del poniente transmiten impotencia.
    Desheredados e impugnados Reyes Magos le acercan a la niña humildes ofrendas. La oportunidad y la actitud no se explica: Dejan a sus pies tonos impropios redescubriendo su coraje.
    ”Al fin cuesta menos ser infeliz”, le dicen para conformarla.
    La niña, ocultando su irritación, se sopla un desvaído mechón de pelo por respuesta.
    Sobre una escala de materia inútil se sacuden los harapos de una bandera más ancha que larga, franjeada en alterno con sombras de brazos desafiantes que al anochecer, tórnanse masa informe. Sin agua, sin sangre, sin recordarles su furia de ayer, el alba reinstala en ellos el talante perdido.
    Un papagayo tartajoso revolotea entre los hilos de un títere manipulado por un viejo enclenque. Sultán jubilado, carnes pegadas a los huesos, repite incesantemente en la angustiosa penumbra de su fin:
    “Mi corazón está ahora satisfecho y mi ánimo tranquilo”

    Luis Alberto Gontade Orsini
    Enero de 2013
    Afectuosamente.

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  39. Alvaro Vanegas agosto 13, 2013 a 7:25 pm #

    SE MUEVEN

    Cuando Jorge abrió la puerta del apartamento, detrás de la mesa de comedor vio a su esposa, Tatiana, agazapada en un rincón, los ojos desorbitados, la piel brillante por el sudor, el pelo desordenado, blandiendo un cuchillo con sus manos trémulas. Una punzada de pánico surcó el pecho de Jorge, que abrió los ojos sorprendido y se quedó quieto, con la puerta aún entreabierta, sin decidirse a entrar.
    Luego notó que Tatiana ni siquiera se había percatado su presencia, sólo miraba al vacío con la expresión de alguien francamente asustado.
    – ¿Tatiana? – atinó por fin a decir Jorge, con el ceño fruncido.
    Ella reaccionó inmediatamente, para tranquilidad de Jorge. Lo observó sin reconocerlo en un primer momento, para luego soltar el cuchillo e incorporarse de un salto, abalanzándose a la humanidad de Jorge que cada vez estaba más confundido. Lo abrazó y rompió a llorar, balbuceando algo que Jorge no lograba entender. Él la abrazó también por unos segundos y luego la apartó para mirarla a los ojos.
    – Cálmate – le pidió – no entiendo nada de lo que dices, ¿qué pasa?
    Tatiana pareció recuperar un poco la compostura, por lo menos lo suficiente para hablar de manera articulada.
    – Se están moviendo, te lo juro que se están moviendo – exclamó con voz entrecortada.
    – ¿Moviendo? ¿Quién, de qué hablas?
    – Ellos – respondió Tatiana señalando con su mano izquierda el corredor que daba a las habitaciones – los muñecos de peluche.
    – ¿Los muñe…? – Jorge sacudió la cabeza como quien quiere aclarar las ideas. La soltó y se apartó, mirándola con expresión severa – ¿Es una broma? ¿Qué quieres decir con eso?
    – Se movieron, Jorge, se movieron – espetó Tatiana, a punto de romper a llorar de nuevo – y la mataron, mataron a Luisa.
    Jorge sintió que el tiempo se detuvo. Por un segundo el mundo se desdibujó. La angustia se apoderó de él en un santiamén.
    – ¿Qué…qué dijiste? – preguntó.
    – Ellos – repitió Tatiana – ellos mataron a Luisa – dejó de mirar a Jorge para observar con aprensión la puerta del cuarto de su hija – se movieron, cobraron vida. Son asesinos despiadados. Cuando me di cuenta de lo que habían hecho no me permitieron salir de apartamento. Me arrinconaron. Luego escucharon las llaves de la puerta y corrieron a esconderse. Me salvaste la vida sin darte cuenta.
    Jorge la escuchaba sin dar crédito al montón de sandeces que mascullaba su esposa. No lo pensó más y se aprestó a correr hacia el cuarto de Luisa, su hija de siete años. Tatiana se apresuró a detenerlo.
    – ¡No! – gritó, interponiéndose en el camino de Jorge – no vayas desarmado, lleva el cuchillo – dijo levantándolo del suelo.
    Jorge empujó a su esposa por primera vez en casi nueve años de casados.
    – ¡No seas ridícula! – profirió – ¡No voy a entrar con un cuchillo al cuarto de Luisa, la asustaría!
    La carnicería con la que se encontró Jorge era algo para lo que no estaba preparado. Su hija yacía muerta en la cama, con profundos cortes en todo su cuerpo, rodeada de peluches inmóviles puestos de cualquier manera. Fueron varios segundos en los que Jorge no pudo apartar la mirada de su hija fallecida. Luisa, con un rostro pálido que contrastaba con el rojo intenso de la sangre, aún tenía los ojos abiertos. Jorge, muy dentro de sí, esperaba que alguno de los muñecos de peluche diera señales de estar vivo.
    Y de pronto, Jorge entendió…
    Pudo sentir el abrazo mortal de su esposa.
    Tatiana, desde atrás, con un movimiento preciso, rebanó el cuello de su esposo de lado a lado. La sangre no se hizo esperar y abandonó el cuerpo de Jorge en un manantial que parecía no tener fin. Él logró, con sus últimas fuerzas, volverse para mirarla.
    – Te lo dije – dijo ella con auténtica angustia y mirando a todos lados, asustada a más no poder – son ellos. Se mueven, – con el cuchillo, que ahora goteaba sangre, apuntó hacia los peluches – ¡pero no van a poder conmigo engendros!
    Acto seguido dio la espalda a Jorge, que con su último hálito de vida la observó salir corriendo.
    Tatiana se agazapó en un rincón, los ojos desorbitados, la piel brillante por el sudor, el pelo desordenado, blandiendo el cuchillo con sus manos trémulas, la sangre de Jorge escurriendo por sus dedos.
    -No van a poder conmigo – dijo con un hilo de voz, mirando a cualquier parte – no van a poder.

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  40. Rafael Deliso agosto 19, 2013 a 3:18 pm #

    Canción del viento.

    En este día lluvioso
    podría componerte una canción.
    Una dulce y enamorada canción que hable
    de la lluvia en las flores y en la húmeda hierba:

    Canción de invierno
    que algo pierdo.
    Canción del día
    soledad y melancolía…

    En este día lluvioso
    se han perdido las mariposas
    en el campo y en la ciudad.
    Abandonadas nubes cargadas de semillas y sueños.
    Que van vagando negras y ligeras en el copioso
    día.

    Día de lluvia y de pensar en ti.

    El agua cristalina escribe «te amo» en la hoja
    del árbol.

    La lluvia va borrando el día y lavando su cara en las montañas.

    Se oye una canción en el viento húmedo:

    Canción de invierno
    que algo pierdo.
    Canción del día
    soledad y melancolía.

    Lunes 12 de agosto de 2013

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  41. ELVIRA MOLINA ALMOGUERA agosto 19, 2013 a 9:27 pm #

    No recuerdo desde cuando
    se coló en mis venas
    esta intensa alegría,
    ni sé de que manera
    deshilvanó las desdichas,
    y las encerró en el armario.
    No recuerdo desde cuando
    se me cuela por las puertas
    el olor a hierba buena,
    y las rosas eternizan sus pétalos.

    Desde cuando cosecho lirios
    en campos inesperados,
    desde cuando tercas las sonrisas
    se me abrochan en los párpados.
    No recuerdo desde cuando
    la eternidad me inventa,
    me embellecen los espejos
    y no rechinan los años.
    No recuerdo..
    desde cuando soy un cisne blanco.

    Desde cuando no renuncio,
    trazo dorados
    los capítulos de la vida
    y me balanceo por el cielo
    mientras la soledad se óxida.

    Desde cuando giró mi universo
    no lo recuerdo…
    sin embargo, desde quién
    no puedo olvidarlo.

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  42. Franca Dominguez agosto 19, 2013 a 11:29 pm #

    LO QUE YO SOY
    es más que el tiempo de un instante
    sobrecogido
    diafano y en paz..

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  43. Raúl Henao (poeta colombiano) agosto 25, 2013 a 1:08 am #

    EL AMANTE

    Hay un botón de rosas en mi jardinera como hay un día nuevo
    en el año,
    un nuevo anillo en el dedo de la viuda,
    que ahora se pasea de mi brazo
    en un recodo de la siesta, al mediodía.

    El sueño revive a mi lado, ese amante escondido,
    y un poco ridículo, que me acompañara
    en todas mis citas amorosas o sentimentales
    a lo largo de mi vida.
    Y al que no había vuelto a encontrar
    desde que me recluyera en lo apartado
    de este piso suburbano
    que desmejora, por momentos, un vecindario ruidoso
    y en la esquina, un taller de automotores.

    Veo al amante recostado en el sofá, bajo al espejo
    de la pared de enfrente.
    Fuma distraído un cigarrillo aromático
    y me mira de soslayo, mientras escribo estas letras
    que, en secreto, hablan de él.
    Pone en el tocadiscos un bolero de Lara o Marini
    – A mí se me confunden los nombres-
    y con voz cansada me recuerda alguna cita del pasado,
    una cita con la ausencia y la soledad,
    en algún bar o café ya inexistentes,
    que me dejara un regusto amargo y doloroso.

    La siesta, termina por abandonarme en la penumbra
    del piso de alquiler.
    El amante se ha marchado en silencio,
    y al despertar, encuentro sólo a Dios…
    Es decir, mi nada, mi propio espejo.

    Para Jahir Trujillo.

    RAÚL HENAO (COLOMBIA)

    Agosto de 2013.

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  44. Jose Angel Visiedo agosto 28, 2013 a 7:44 pm #

    OFRENDA

    Me gustaria poder tejer tus deseos para vestir mi cuerpo y a la vez desnudar mi piel, para que pudieras dibujar sobre ella tus mas anhelados secretos…
    Me gustaria poder ofrecerte una libertad que no poseo y encadenarme a la prision perpetua de tus abrazos, como en mis sueños….
    Me gustaria no sentirme culpable por ansiar tus suspiros y dejar de negarme que existes y que, a mi modo, te quiero.
    ¿Pero que puedo ofrecerte yo que no sea el cielo en mis ojos y un cargamento de besos repartidos en las playas de tu cuerpo?
    No puedo ofrecerte el reflejo de la luna llena en los espejos, ni el trino de un pajaro ante el albor primero. De nada de eso soy dueño.
    No puedo ofrecerte el rocio en las telarañas, ni un jardin rosas sin espinas para construir tu reino. Si acaso, las espinas, tenlo por cierto.
    Tu nada me has pedido…

    Y sin embargo, mientras te escribo, mis dedos ya sueñan con enredarse en tu pelo.

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  45. Esp. Juan de Dios Meneses C agosto 28, 2013 a 9:35 pm #

    Cada vez que te miro, amor y pasión juntas
    Sueños pasados resultado
    Realidades presentes nuestros hijos
    —————————— ———————————–
    Ruido de botas y sables sobre la cubierta del tálamo
    Recuerdo de tiempos consumamos nuestro amor
    De guerra y muerte nosotros que sólo somos amantes
    —————————— ——————————————-
    Justicia ciega mientras trabajan
    Indiferencia llana fantasea el obrero raso
    Delito libre en futuros promisorios
    —————————— ——————————————-
    Salario: relación Es triste verte partir
    Entre el obrero más alegre verte llegar
    Y el patrono verano
    ——————————- ——————————————
    Miro en tus verdes ojos Canto sobre las miserias
    Tristezas de hechos dolor de un pueblo
    Pasados y umbrosos acabado
    ——————————– —————————————-
    Haikús
    Autor: Zahorí. 2011

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    • Sonia Claudia Martínez septiembre 2, 2013 a 2:22 am #

      Meditación al paso

      «El aire de la mañana todavía límpido, resbalaba hacia mis pulmones, y me llenaba de una música misteriosa, leve, sinuosa, una sensación de infinitud como cuando cerrás los ojos y el universo se desliza dentro de ese no-lugar que creo que es el ser. Me pregunto mientras voy viendo todo, como si fuese un mundo recién creado, qué tentación sería hoy la que me sacara de este Edén… No espero encontrar respuestas en este trayecto, es decir ahora que mi territorio es de fuego y de silencio. Hago un montaje de citas y de ideas, porque asocio el pecado con el fuego, y por supuesto recuerdo que también los libros, y por ende, el conocimiento, han sido los frutos prohibidos para las mujeres en determinadas épocas. Afortunadamente, siempre cedemos a las tentaciones y para bien o para mal -quién puede juzgarlo- decidimos no sólo tomar lo que está al alcance de la mano, lo que el veneno de la astucia nos ofrece, sino también buscar, explorar, andar errantes por el desierto de los enigmas, porque creemos que la sabiduría es nuestra tierra prometida. Hemos aprendido mucho durante miles de años, expulsadas de nuestro Paraíso, aprendimos a súper-vivir y a cuidar la vida de otros, marchamos siempre imaginando mundos donde el amor por la humanidad sea un territorio posible de habitar. Con ese propósito soñamos tiempos en los que ya no tengamos que vigilar las señales de cada cielo y de cada infierno, conocido o desconocido.»

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  46. Vicente Coscollá Cervera septiembre 2, 2013 a 8:25 am #

    Mis manos son tus manos
    tu cara la mía
    dos miradas una
    Con tu mano y la mía
    aplaudimos

    Vicente Coscollá Cervera

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  47. HENRY DIOGENES septiembre 2, 2013 a 8:43 am #

    El diario

    El diario vuela otoños incansables al viento
    Se ha posado un signo sobre mi hombro
    Los días pasan y el diario quema papeles verdes
    Su voz sonaba a un árbol con cresta de gallo
    El árbol rascaba buscando en la tierra
    Las hojas del árbol , el otoño , ¡que algarabía!
    ¿Es el árbol buscando palabras , maíces ,signos
    Buscando hojas que no llegamos a leer?
    Acaso el tiempo no permitió que se registrase
    Como madre que impide alguna desgracia
    No pudimos escribir nuestros lamentos
    Y lo peor de todo :hojas verdes volaron y nadie las leyó
    Como huérfanos que algún día mueren
    Y en su tumba queda un N.N.
    ¿N.N. acaso recibe flores
    El día del aniversario de su muerte ?
    La trasparencia de un pétalo que dedico a
    Las lluvias del verano
    El pétalo voló hasta la punta de mi lengua
    Convirtiéndome en escultura de miel de oso
    Fue como ayer
    Volviste a escribir en tu diario
    El viento furioso quemó las hormigas de las palabras
    Que entre la miel
    Buscaban incansablemente la poesía

    HENRY MIRANDA

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  48. Teresa Sánchez Sánchez septiembre 5, 2013 a 3:42 pm #

    MEDIODIA

    Destruye mi paz ese letargo
    que se arrastra por tu lomo,
    y se voltea, y me seduce,
    que aunque llama, no le contesta.

    Se han dormido los labriegos
    y han dejado ya sus tierras,
    duermen la siesta y el tiempo,
    aunque preso, no les molesta.

    El sol les mira de frente,
    arrecia con gran vehemencia.
    Ellos le miran sonrientes,
    pero nunca le abren la puerta

    Dulce tierra adormecida,
    ahora ¿duermes la siesta?
    Yo te contemplo, te hablo,
    y tú, no me contestas.

    Te digo que agostada
    ¡aún eres bella!
    Y si hablaras, me contarías
    ¡cuántas leyendas!

    Autora: Teresa Sánchez Sánchez.

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  49. jesús septiembre 6, 2013 a 10:41 pm #

    QUE «ESCRITOR», Y LO PONGO ENTRE COMILLAS PORQUE ES UNA PALABRA MUY MUY GRANDE, NO SE HA SENTIDO ALGUNAVEZ ASÍ.
    Una hoja en blanco; el humo, del tiempo perdido, flotando por la habitación. El silencio de una soledad oscura que te ahoga, hasta el punto de llenar tus pulmones de un aire vacío que no te deja respirar. Miles de pensamientos se agolpan en tu cabeza, sin encontrar esa puerta que les de paso a la vida. Veloz el tiempo en la distancia, se convierte en una pesada losa en el presente, que tan pronto como pasa, parece que no llegue.
    En el papel, solo la voz quebrada de unas manos agotadas. Palabras sin sentido encerradas en un mundo de sueño condenado al olvido. La grandeza con la que tu mente anhelaba esa idea, pasa a romperse por el fino velo que la transformó en realidad. Tras verlo dentro de ti, abres la puerta equivocada y desaparece la magia.
    La relación de amantes, entre el escritor y su pluma, se desvanece en simples caricias que no consuman su deseo. El reloj marca con su tic tac la prematura muerte del poeta, que mira al cielo con lágrimas, por no poder traer al mundo esa grandiosidad que esconde su alma.
    El lienzo, que es su papel, sigue vacío de esperanzas. Es el miedo a esa hoja en blanco lo que realmente lo atrapa. Cierra los ojos buscando esa inspiración que le enseñe de nuevo a respirar, no encuentra nada.
    Tan solo una única idea que lo asfixia: hablarle al mundo, en 250 palabras.

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  50. ariel armellin septiembre 6, 2013 a 11:19 pm #

    Queridos amigos comparto mi obra con ustedes «testigo perpetuo» novela.
    es de descarga gratuita espero ayuden a compartirla

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  51. Sendas a Nutopía septiembre 7, 2013 a 3:20 pm #

    PALOMAS DE COLORES: Juan José Lajara Córcoles, UNITED P.C.
    ISBN 978849015138-9

    «Versos utópicos que hacen volar la imaginación, sueño despierto de cantos sesenteros, dulce sirena de revolución cultural, hacia la libertad de creación, con imaginación a flote, en el mar de aquel submarino amarillo.

    Madre Natura brinda sus frutos de maderas, para escribiros estos versos de noches de verano, delirios inocentes de un alma joven, dada a pintar sonrisas de colores positivos.
    Arco iris vivo que evoca recuerdos de una época de flores, inspirado en incienso, The Beatles, psicodélia, amor y juventud de espíritu rebelde, que busca una oportunidad, una pequeña ayuda, para abrir mentes, para hablarle al mundo.
    Paz y amor.

    Me gusta

  52. Sendas a Nutopía septiembre 7, 2013 a 3:23 pm #

    PALOMAS DE COLORES, Juan José Lajara Córcoles.
    Editorial UNITED P.C. ISBN 978849015138-9

    «Versos utópicos que hacen volar la imaginación, sueño despierto de cantos sesenteros, dulce sirena de revolución cultural, hacia la libertad de creación, con imaginación a flote, en el mar de aquel submarino amarillo.

    Madre Natura brinda sus frutos de maderas, para escribiros estos versos de noches de verano, delirios inocentes de un alma joven, dada a pintar sonrisas de colores positivos.
    Arco iris vivo que evoca recuerdos de una época de flores, inspirado en incienso, The Beatles, psicodélia, amor y juventud de espíritu rebelde, que busca una oportunidad, una pequeña ayuda, para abrir mentes, para hablarle al mundo.
    Paz y amor.

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  53. Luis Dionisio Ortega Fernández. septiembre 8, 2013 a 4:18 pm #

    El pensador lagunero

    El perfil del sujeto y su conexión con los siguientes tópicos: Literatura. Filosofia. Música. Fotografia. Videocreación. Amigos lectores inicien la lectura a través de la columna central. A medida que avancen, realicen la conexión que deseen, con respecto a los tópicos ubicados en las columnas laterales, que no siguen un orden riguroso, sino que estan dispuestos al libre albedrío.

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  54. Sergio Aula septiembre 10, 2013 a 12:03 pm #

    RELATO INFECTADO Nº 13

    ¡Necesito comer! ¡el ansia me corroe!. Estoy harto de vagar por esta escalera y estas habitaciones oscuras que no llevan a ninguna parte con gente que parece no saber a donde va ni lo que hace.
    Veo algo moverse,¡ah! Es una rata que se ha colado por el desván,parece mentira el asco que me daban antes y ahora me la comería mas a gusto que si estuviera en el mejor de los banquetes, es un sentimiento que no puedo controlar, no se el por que ni la razón, es como si me hirviera la sangre.
    Siento que estoy perdiendo la noción de la realidad,apenas recuerdo los libros que me gustan, la música que escucho, mi nombre, bueno todavía recuerdo mi nombre que ya es algo, pero no se si esta situación será irreversible, moriré pronto o dentro de unas horas me despertaré de esta horrible pesadilla.
    Oigo un ruido en la entrada, no es ninguna de las personas que hay en el edificio con sus gruñidos primarios, es la puerta principal que se está abriendo.
    -Sergio,¡me he saltado el cordón policial para buscarte!, contéstame por favor, ¡dime si estás vivo!,
    nadie nos dice nada de lo que está pasando aquí dentro,¡no lo resisto más!.
    Esa voz, esa voz me suena como si la hubiera escuchado todos los días durante muchos años de mi vida, pero la sensación que me produce es distinta, noto como un agujero en el estómago, tengo, que diablos, ya no se ni lo que tengo ni lo que siento ni lo que soy, solo se que voy a bajar, solo tengo que descender unos pocos escalones para seguir viviendo o lo que sea.

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  55. María Elena Valea (La Plata - Pcia.Bs.As. - Argentina) septiembre 10, 2013 a 9:19 pm #

    RON – RON

    Pequeño, pequeño,
    pompón de algodón,
    orejas de trapo.
    Así es Ron -Ron.

    Cabeza de Luna,
    nariz de botón,
    colita de espuma.
    Así es Ron – Ron.

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  56. Alberto septiembre 11, 2013 a 7:53 am #

    SUAVE CREMA

    Suave crema, añorado perfume,
    mi vida sigue reclamándote
    música a todas las horas.
    Cuando la noche transcurre monótona,
    anduve solitario, mas no extraviado, más bien perdido.
    Tras cruzar el umbral de tus ojos, ¿a dónde iré?

    La soledad nunca será como yo la conocí.
    ¡Ella también ha evolucionado!
    No me devora abrumada
    aunque sigue idealizando toda una vida conmigo.
    Fuile, no infiel, sino humano enamorado.
    Fuime con mujer, con carne espiritualizada,
    con una mente espiritualizada y humana.
    Mi pasión se posó de nuevo en la carne,
    los besos, los senos, el sexo, las largas piernas…
    No como cuando andábamos enamorados,
    ¡oh Soledad!, que no me acompañabas
    ni cuando te invocaba ni cuando,
    finalmente, hasta te sentía.

    Alberto Ibarrola Oyón

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  57. Sendas a Nutopía septiembre 11, 2013 a 3:03 pm #

    Poema de mi poemario PALOMAS DE COLORES.

    IMAGINA
    Imagina un mundo
    con palomas de colores
    conocimiento profundo
    y latentes corazones.

    Imagina un alma
    llena de mensaje
    real, imperecedero, inmortal.
    Imaginar es el arma
    hacia la libertad.

    Imagina a nadie por quien matar
    o morir,
    sin infierno, sin sufrir.

    imagina el suspiro del alma pura,
    quie son nubes blancas.
    Tu clero, tu aliento, tu grito de guerra
    o inspiración.

    Sentimientos, almas,
    y corazón.
    Imagina tu ángel, advierte
    tu desahogo, tu estrella
    soñadora, humilde, inocente.

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  58. Alirio Marín septiembre 14, 2013 a 12:46 am #

    Los cuatro elementos

    FUEGO
    El fuego y la poesía son una creación; fuego y poesía se entrelazan, se besan con profundidad buscando ser uno en el otro. El fuego desborda la poesía, la supera. Ella se deja consumir; aquél la devora con fruición, se deleita y hasta lame sus garras poderosas con pasión.
    Es que el fuego es eso: ¡pasión! Sin fuego, no habría creación.
    ¡Bendito el fuego!

    AIRE
    Siento su frescura, o su ardor. Depende. Es él quien mesa mis cabellos y besa mis mejillas. Es el aire. ¡Sí! El aire es como el Espíritu. No sabes de dónde viene ni adónde va, no lo ves; solo experimentas sus efectos. Te toca, te mueve, te empuja, y tú, tranquilo.
    No hay tormenta de aire que nos pueda inquietar. Sentimos seguridad frente a él porque antes de que todo existiera, ya él era. Luego vino el fuego, se mezcló con el aire y se produjo el big-bang de la historia.
    ¡Cómo quisiera que el tiempo fuera viento entre las manos!
    Y que las palomas volaran buscando el nido confiado a un árbol desnudo.

    AGUA
    ¿A dónde van estos pensamientos míos, que se esfuerzan en sujetar una idea escurridiza?
    Ayer, de regreso, un vaso a medio consumir me habló al vuelo. ¡Qué pena no poder retenerte, Oh dulce frescura! ¡Oh, grato calmante de esta sed que abrasa!
    Mirad cuánto sufren los que no la tienen; cómo se pelean los pueblos por una simple gota.
    Los puentes son grandes admiradores tuyos; ellos no se cansan de contemplar tu paso gracioso.
    ¿De dónde vienes, agua, de tan largo viaje? De fecundar el mundo, me contesta.
    Porque de ella surgió la vida.
    El agua es la vida. Somos tres veces agua. Somos un cuerpo de agua. Por ella hay vida.
    ¡Gracias, Dios, por el agua!

    TIERRA
    Yo he vivido entre estas calles sin nombre y heridas. Yo he brotado de sus escombros insolubles, donde la soledad golpea contra sus muros. Allí lloran las esquinas sin sombras, donde mueren la risa y los niños. De la tierra han brotado y a ella volverán.
    Sus mismos componentes fueron extraídos para formar al hombre. Somos de la tierra; por eso somos tierra: hierro, calcio, potasio, zinc.
    Amamos la tierra, la llevamos muy adentro. Para defenderla debemos actuar en el presente, el corazón firme y Dios guiándonos. Pues las vidas de los grandes hombres nos recuerdan que podemos arriesgar las nuestras, y al partir tras de sí dejar huellas en las arenas del tiempo.

    Alirio Marín

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  59. Lucio Rosenkrteutz septiembre 17, 2013 a 10:23 am #

    LAGRIMAS DE UNA GITANA

    Asomada a la ventana la gitana ve la tarde morir, bostezando lentamente preparada pa’ salir…
    Su cabello enmarañado y su calza de cuero, son la fusión perfecta para una noche de deseo…

    Llega la noche danzando salió moviendo su cuerpo en la oscuridad, dejando a los hombres sin respirar.
    Gitana que estas buscando?… dímelo!
    Quizás el amor perdido el que nunca te llego… Gitana hay no llores por favor busca en tu rumbo un destino mejor! El amanecer va llegando la gitana no lo encontró, regresa a su casa con la soledad y deja una lagrima mas…

    Lucio Rosenkreutz (Barcelona, España)
    Fragmento del ensayo «El Punzón» (Edición Especial)

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  60. Juan Pablo Luza Pillco septiembre 17, 2013 a 11:02 pm #

    MELANCOLÍA
    Sábado por la tarde, me quedo en la casa sin nada que hacer, sin nada por querer hacer. Monotonía y aburrimiento y como es casi natural en estos casos, me invade un sentimiento de tristeza y dolor inconsolable; me abruma un temor inexplicable y totalmente infundado por algo desconocido…
    Entonces paso la tarde vagando de cuarto en cuarto, sin encontrarle sentido a nada; oigo las risas del niño que juega en el patio tan libre y feliz, totalmente lejano de mis sentimientos y yo en vez de alegrarme por él, como hago casi siempre, me lleno de sentimientos de inseguridad pensando que quizás no podré protegerlo como hasta ahora lo hago y aunque ya sé que este sentimiento infundado es pasajero, es transeúnte no deja de herirme y desesperarme hasta las lágrimas. Nada que hacer contra este sábado terrible y despiadado sólo me queda soportar y esperar (felizmente no tengo que salir, me daría miedo enfrentarme a la ciudad).
    Como al final de la tarde nos reunimos todos a tomar el lonche: mi madre, el niño, por el cual profeso tanto cariño, su madre, que es mi hermana y yo; nadie sabe lo que sucede con mis sentimientos, tampoco se los digo, no hay por qué contagiar la melancolía, así que hablamos de tantas cosas, de lo que sucede en el mundo, de las expectativas de la vida, de todo y de pronto en la televisión aparece ese programa cómico que tanto nos gusta y el niño que se alegra, que festeja, invadiendo con su risa todo el ambiente.
    Y para ver mejor se acurruca a mi costado, recuesta su pequeña cabeza en mi hombro y me transmite junto con su calor un ánimo nuevo, de pronto se me compone el corazón, me reanimo como una máquina detenida a la que de golpe le volviera la energía, como una computadora que se reiniciara y vuelve la alegría y el optimismo a mi vida, así de manera mágica mientras el niño se retuerce de risa viendo a los cómicos empujarse, decirse chistes, bailar y cantar a todo pulmón.
    Entonces por fin me digo: adiós sábado terrible, por lo menos esta vez pude derrotarte…

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  61. Teresa Carrión septiembre 29, 2013 a 8:55 pm #

    Lucía el sol,
    sin artificios.
    Lucía, a medianoche,
    sin conjeturas.

    Lucía a rayas, un vestido
    de corte informal.
    Lucía zapatos de tacón fino,
    estilizaba su figura,
    estilo vintage.

    Lucía, top model,
    lucía top de encaje,
    ajustado de curvas.
    Lucía modelo “prett a porter”,
    firma de alta costura.

    Lucía, retazos de niñez,
    lucía lentejuelas
    en su puntual tocado.
    Lucía carmín del barato.
    Contradicción.

    Lucía, adora la luna,
    compañera hasta el amanecer.
    Lucía, rota,
    nota ardor en la mejilla.
    Lucía, ante la inmensa avenida,
    lucía corte fino,
    andar de modelo.

    Lucía, el sol repara en ella,
    oculta su rostro,
    a la sombra del farol.
    Lucía luce,
    desnuda en su cama,
    sin artificios.

    Lucía, detenida,
    parada, estática,
    a vueltas con la vida.
    Lucía, devuelta a su mundo,
    del que desea escapar,
    en su sueño.

    Lucía de niña,
    lucía de madre,
    lucía, de vieja,
    en un gabán enfundada,
    una cicatriz negra en el alma.

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  62. Liliana Aguilar septiembre 30, 2013 a 11:48 am #

    ‘Yo le hice los garbanzos que me había pedido. Se
    los hice bien cargados con chorizo y panceta como a
    él le gustan. Después de comer el segundo plato, se fue a dormir
    la siesta, que es lo que él hace siempre. Roncó, que es
    lo que a mi me despierta. Y siguió roncando dos horas
    más o menos. Después llegó su madre y yo le ofrecí
    garbanzos, que es lo que no me perdona porque los
    hago mejor que ella.
    Después de comer hasta reventarse, me dijo que
    se iba a la casa de su hija, que es lo que hace siempre
    para sacarme el cuero.

    Después me senté a tomar mate en la cocina y después
    vino el Coco, el hermano de mi marido a avisarme
    que la vieja estaba mal, como verde. Le convidé
    garbanzos, pero me dijo que no, que no le gustaban,
    que es lo que a mi más me gusta del Coco.

    Después tom a mos ma te junto s, y todo e so.
    ¿Después…? Vea, no me acuerdo… ¿el veneno? ¿Qué
    veneno?’

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  63. Vìctor Manuel Vides Calvo. octubre 6, 2013 a 11:02 pm #

    Elegía a Esther Forero,La Novia de Barranquilla.

    LEJANÍA, DISTANCIA Y OLVIDO

    A pesar que tantos, años he vivido,
    desconozco, tantas cosas de la vida;
    cómo entender, amada mía que te alejes,
    después de tantos sueños y placeres compartidos;
    y es que aún, no cicatrizan mis heridas,
    no hay infortunio superior a que me dejes;
    como girar en solitario, sobre este eje,
    que me exhibe, ante el mundo complacido;
    nada que exista, se compara a tu partida,
    el tiempo, la distancia y el olvido;
    acaso, si asimilan significado,
    puedo comprar entonces, mil horas de paciencia;
    para escudriñar, cual ha sido mi pecado,
    o cien leguas, de camino florecido;
    que logren, distraer un poco mi conciencia,
    y entender porque he sido condenado;
    a soportar estas noches, largas de tu ausencia,
    para conseguir la paz, o descanso parecido;
    al mundo, yo le imploro su clemencia,
    aunque me esfuerzo, olvidarte no he podido;
    qué se hicieron, esas noches apacibles,
    en que la luna nos cobijaba enternecidos;
    y aunque muchos, se confundan al mirarme,
    no concibo, discernir explicaciones;
    que lograría, ante el mundo con quejarme,
    será mejor, que les sigan divirtiendo tus canciones;
    fui tu vecino y te amé, esa es mi suerte,
    lo que queda de mi vida, se me irá en recordaciones;
    y aunque ante mis amigos, me haga el fuerte,
    en mi mente sólo oscilan, vacilaciones;
    he pensado, en disfrazar mejor tu muerte,
    como un viaje, en eternas vacaciones;
    en donde al encontrarnos de nuevo, se recuerde,
    que vivimos siempre juntos, este mundo de ilusiones.

    Víctor Manuel Vides C,

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    • Vìctor Manuel Vides Calvo. octubre 6, 2013 a 11:12 pm #

      Canción Mundialista.
      NA CONQUISTA DU BRASIL.
      I
      La raza de mi Colombia, ha sobresalido desde el descubrimiento,
      no le hemos envidiado nada a Socrates, Descartes, Platon o Diofanto;
      porque la cultura, se ha esparcido al mundo atravez del pensamiento,
      hoy somos nación pujante de manos del presidente Santos;
      nos hemos encaminado, con decisión a la prosperidad,
      desarrollando entre nosotros, sinceros lazos de hermandad;
      que nos han permitido avanzar en todos los campos,
      hasta en el fútbol, ahora hemos conformado una gran plantilla;
      que se ha fortalecido, en el Metropolitano de Barranquilla,
      somos un pueblo luchador, querendon, soñador y capaz;
      por eso hemos logrado para el mundial la clasificación,
      y ahora nos empeñamos en conseguir, decididamente la paz;

      Ya se anuncia desde Castilletes hasta Leticia,
      con gran alegría y emoción la noticia;(bis)
      Colombia esta en Brasil y brillara su fútbol eficaz! (bis)
      coro
      Lanternas de estrelas em rotação entre a noite
      a brisa é uma profusão de sons cumbiamberos
      cor loucura Curramba ruas
      bateria binge Daí a Guacherna
      Aí vem a tremenda Guacherna enjoy pa
      Aí vem o Guacherna me envolve em seu
      Rainha dos bairros, a rainha do carnaval
      com danças e mochilas e «ponta cobre e tre»Lanternas de estrelas em rotação entre a noite
      a brisa é uma profusão de sons cumbiamberos
      cor loucura Curramba ruas
      bateria binge Daí a Guacherna
      Aí vem a tremenda Guacherna enjoy pa
      Aí vem o Guacherna me envolve em seu compas
      Rainha dos bairros, a rainha do carnaval
      com danças e mochilas e «ponta de cobre e tre» Eu me dar um conhaque,
      um rum,

      ii

      Alístate colombiano a conquistar Brasil, con tu mejor traje,
      llevaremos sancocho trifasico,bandeja paisa y sombrero vueltiao;
      conquistaremos con alegría y fútbol esos lindos paisajes,
      gritaremos en portugués los goles del tigre Falcao;
      celebraremos fandangos y cumbias a ritmo de carnaval,
      y en la canchas los nuestros, se vatiran cual ejercito de Anibal;
      con talento, fuerza y convicción, harán fácil, lo difícil,
      para alcanzar la gloria merecida, en el mismo Brasil;
      por eso orgullosos, entonamos esta canción
      somos tan prolijos como el río Magdalena;
      volveremos a los tiempos del Pibe con su melena,
      ganaremos ante el Rey Pele, que gran satisfacción,
      defenderemos nuestros colores, cual muralla a Cartagena;
      y amarillo, azul y rojo, serán los colores del corazón!

      coro

      Eu me dar um conhaque,
      um rum,
      os juncos dos meus vales
      e anis das minhas montanhas.

      Não dê-me de beber no exterior
      é caro e não sei bem,
      porque eu te amo sempre
      sobre a minha terra em primeiro lugar.

      Oh! como estou orgulhoso
      nascer em minha cidade natal. (Bis)

      O resto vai ser bom
      mas o coração não saltar,
      como quando eu cantar
      música colombiana.

      Oh! como estou orgulhoso
      para nascer no meu país. (Bis)
      Víctor Vides.
      «El nivel existencial del pensamiento, es más tangible incluso, que nuestros pasos»Imagen integrada 1
      «No es difícil creer en lo que sucede, cuando afortunadamente conservamos nuestra capacidad de asombro».
      Víctor Vides.

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  64. Juan Pablo Luza Pillco octubre 8, 2013 a 12:58 am #

    LA FLECHA

    Una flecha muy descolorida, que acaso un día fue roja atraviesa rauda el firmamento azul de la mañana, por encima del césped bien cuidado y del pavimento impecable de aquel barrio residencial protegido por cercos eléctricos y guardias armados. La flecha demasiado descolorida conserva todavía restos de plumas multicolores amarradas al extremo y fue lanzada desde el pulcrísimo patio de la casa signada con el número A2, ubicada al inicio del primer bloque de departamentos, en la segunda manzana, de la primera etapa del conjunto de viviendas construidas exclusivamente para ministros y funcionarios, del gobierno de turno; eternos congresistas y para uno que otro agraciado de la fortuna.

    Todos los departamentos tienen entre uno y tres pisos, patios grandes, piscina, cocheras para tres autos y al costado, generalmente suelen instalar la casa del perro. La flecha que salió disparada de la casa ubicada en la primera etapa, de la segunda manzana, al inicio del primer bloque de departamentos de esa residencial exclusiva llevaba todas las instrucciones necesarias para matar al sol.

    La flecha en verdad tenía ese destino y hasta podría decirse que salió totalmente decidida tras su objetivo, sin embargo a poco de ganar altura hizo una curva extraña y comenzó a bajar horizontalmente hacia el enrejado de la puerta principal, donde se levanta la torre de vigilancia principal, cuando aún los frágiles brazos del niño que sujetaba el arco no se reponían del esfuerzo que hicieron en el momento de mayor tensión. Los brazos del niño estaban adornados también con plumas de colores y en la cabeza llevaba el penacho de plumas grandes de jefe indio.

    El niño esperó unos minutos más a ver si el sol comenzaba a sangrar o empezaba a apagarse, pero no ocurrió nada; aun así no se desanimó y hasta pensó que era cuestión de tiempo, “total, para llegar hasta el cielo debe ser lejísimos”. Así que arrojó su arco y cogió el control remoto de su camión de bomberos, que a lo lejos empezó a moverse en todas las direcciones como si lo condujera un ebrio.

    Arriba, sólo estaba su empleada con el tipo aquel que aparecía de vez en cuando y que cuando llegaba desalojaba al niño de todo el segundo piso y lo confinaba al patio hasta cuando ellos bajaran.

    Lo que el niño no sabía era que la flecha con la que jugaba, no sólo era verdadera, sino que había sido sustraída de una tribu que tenía la costumbre de emponzoñar sus armas; las rarezas que conseguía su padre al salir de esas clandestinas ventas de objetos culturales para negociarlos fuera del país.

    La flecha descolorida con las escasas plumas flameando endereza su puntiaguda cabeza y con una velocidad extraordinaria se precipita a la torre de vigilancia principal y se estrella contra el cuello del único vigilante que a esa hora estaba en el lugar, con tanta violencia que lo derriba y en la caída, el desesperado vigía se atora con el silbato que llevaba en la boca, retorciéndose en el suelo sin siquiera poder pedir ayuda.

    El niño, mientras tanto hace correr, ahora sí, derechito su camión, sigue pensando en la enorme distancia que debe haber desde su casa hasta el sol y está seguro que su flecha tiene que pasar por otros mundos y vencer muchos enemigos antes de cumplir su misión y un poco que se preocupa, “¿no se enojará Papá si se entera que por mi culpa todo el mundo se queda a oscuras?”.

    Arriba la empleada ríe a carcajadas, mientras busca con las manos a su amigo que se acaba de perder entre sus piernas, debajo de las sábanas de seda, en la cama de los señores.

    El sol sigue brillando intenso, metiéndose por todas las rendijas, haciendo resaltar el color de todo aquello que toca, hasta el pavimento brilla como nuevo y el verde césped parece recién regado, se respira un aire de tranquilidad, de sosiego, en esa mañana tranquila en aquél barrio tranquilo donde todo el mundo parece no molestarse nunca.

    Arriba en la torre de vigilancia, el vigilante a pesar de tener los ojos muy abiertos ya no ve nada, de su boca sale sangre y un pequeño empieza a formarse debajo de su cabeza, los otros vigilantes que están debajo siguen mirando atento a los transeúntes con las manos en la espalda y las armas al cinto.

    Los padres del niño volverán tarde hoy y es que le prometieron que saliendo del trabajo buscarían la pistola del pirata que vieron en la televisión, esa que bota balas de corcho, aunque su padre le aseguró que su pistola dispararía balas de verdad…

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  65. Rafael Rodriguez octubre 14, 2013 a 11:34 pm #

    EL OTRO.

    AUTOR: RAFAEL RODRIGUEZ.
    DR.

    José Luis se sentía desilucionado de la vida que le había tocado vivir. Sentía que era un fracasado y que sus sueños de juventud se habían perdido en algún momneto de su toempo. A sus cuarenta y cinco años de edad, sentía sobre sus hombros una cruz muy pesada que ya no lo dejaba avanzar ni un paso mas en su camino, el cual veía lleno de obstáculos insalvables. No sabía en que momento había perdido la ambición por superarse y lograr todos sus sueños de convertirse en un gran actor, galán de las telenovelas y reconocido por todos. A lo mas que había llegado era el haber aparecido en tres melodramas televisivos de poco «reiting» y que pasaron sin pena ni gloria, teniéndolas que recortar, pues no «pegaron» como se esperaba en el gusto telenovelero. Su representante, mas ocupado en otras estrellas del futuro, no se ocupaba de conseguirle el papel que lo catapultara al estrellato. En realidad no le conseguía mejores papeles porque José Luis tenía una personaliudad demasiado poco carismática. Galán si era, pero su carácter egocéntrico y altanero no le ayudaba mucho, amén de que no era el buen actor que se creía. Tal vez eso se lo hubieran perdonado los productores, pero su altanería no; pues ni que fuera un primer actor con una gran trayectoria. Su representante le dijo que si quería conseguir un buen papel tenía que bajarle dos rayitas a su altanería y ser mas humilde. Cierta vez le propuso que un productor le iba a brindar la oportunidad de darle un papel estelar a cambio de unos «favorcitos» especiales, es decir, carnales. José Luis se enfureció; era un homofóbico declarado y lo mandó al demonio con todo y su representante. Desde entonces perdió toda oportunidad de sobresalir en el mundo de la farandula y tuvo que trabajar de mesero, vendedor y de lo que cayera, pues no duraba mucho en los trabajos por su insatisfacción laboral; creía que él no debría de estar haciendo esos trabajos tan «denigrantes» para su categoría, pero de algo tenía que vivir. Lo bueno que se encontró a Rosario, una chica de clase baja, ´pero trabajadora que se enamoró locamente de él, aguantando sus desplantes y mal carácter. Él se aprovechó de esto para vivir mantenido por ella. . Pronto se casaron y tuvieron dos hijos: José Luis junior y Almita. Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver: José Luis tenía una familia perfecta pues sus dos hijos eran muy inteligentes y hermosos. Su esposa a base de lucha había logrado ser jefa del departamento de cajas en una tienda de autoservivio muy conocida. Sin embargo él seguía rumiando su mala suerte, buscando aún algún papel en la televisión, pero a su edad era ya muy difícil que lo contrataran y no había tenido éxito. Esto lo sumía cada vez mas en una gran depresión, amargura y odio hacia todos. Se refugió donde todos los que piensan que son unos fracasados se refugian y sienten lástima de si mismos: el alcohol. En sus delirios etílicos se creía un gran actor y recreaba alguna puesta en escena de shakespiare o recitaba algún poema de Borges o Neruda o algún otro gran poeta. Sus hijos lo miraban al principio con espanto, después tan solo se metían a sus habitaciones a estudiar y lo dejaban solo. Su mamá les había dicho que él algún día sería reconocido como un gran actor y que solo había teníado mala suerte, pues a pesar de todo aún lo amaba y tenía fé en él, rogando todas los noches a la virgencita de Guadalupe para que así fuera. No sabía que sus ruegos iban a ser escuchados, pero no de la manera que ella creía.

    Fue en una vacaciones de verano cuando salieron para Puebla, a un pueblito llamado Cuautitla, que se encuentra entre Nuevo Necaxa y Huauchinango, zona montañosa, de espesa vegetación y con mucha humedad. Allí vivan los padres de Rosario; tenían tres hectáreas de tierra donde cuidaban una pocas vacas lecheras, que era de lo que vivían. Como era temporada de la feria de las flores en Tenango, donde por cierto, Pedro Infante, el ídolo de México, filmara en 1956 la película de Tizoc, al aldo de María Felix. Se fueron a la feria, aunque el papá de Rosario les dijo que regresaran temprano, pues el tiempo allí era muy cambiante y podría haber tormenta. Se divirtieron de lo lindo en los juegos mecánicos que se ponían al lado de la presa de Tenango. José Luis se separó y fue a ver la casa donde había vivido Tizoc en la película, el personaje que interpretara Pedro Infante. Ya solo quedaban los muros de puedra lisa y una placa alusiva a la película y a los actores María Felix y Pedro Infante. José Luis tocó la casa, acariciándola y soñando de nuevo con llegar a las alturas de ese gran ídolo. Así estaba cuando comenzó a cambiar el tiempo. Un aire fuerte se comenzó a sentir y el cielo se fue oscureciendo. Unas nubes negras aparecieron cargadas de agua y electricidad, pues se veían resplandecer en el cielo. Unos fuertes truenos se comenzaron a escuchar y todo el mundo corrió a refugiarse. Rosario llegó hasta donde estaba José Luis y le dijo, alarmado, que no encontraba a su hijo, que se había perdido. Unas enormes gotas de agua comenzaron a caer, iniciando la tormenta. Rosario le dijo a su esposo donde había visto por última vez a su hijo y de ahí comenzaron a buscarlo con desesperación: Rosita en una dirección y José Luis en otra, quedando de verse en el auto compacto que traian y a donde Rosario metió a su hija. José Luis ya estaba desesperado pues nadie le daba razón de su hijo, hasta que una persona le dijo que lo vió irse por un sendero p’al monte. Corriendo lo mas rápido que pudo, subió por el sendero, gritandole a todo pulmón a su hijo. La tormenta caía ya con toda su furia: los truenos retumbaban y los rayos caían cada vez mas cerca. José Luis se adentró mas arriba en el monte, agudizando todos sus sentidos para localizar a su hijo. De pronto, un rayo cayó enfrente de él, partiendo un árbol. La descarga lo tumbo de espaldas, dejándolo aturdido. Cuando se recobró, no podia creer ,o que sus ojos veían: ante el estaba su reflejo en algo que parecía ser un espejo enorme o mejor dicho una pantalla de plasma. Al menos eso pensó en un principio, porque después se dio cuenta que no era él, era otro, otro él. Ese descubrimiento lo dejo pasmado, y parecía que lo mismo le ocurría al otro él. Ambos se miraron, estudiándose uno al otro, sin dar crédito a lo que veían, hasta que se animaron a acercárse lentamente. Cuando estuvieron cerca, vieron como ondeaba la pantalla y sacaba algunas chispas de electricidad. José Luis se dió cuenta que era una especia de campo de energía. Levantó la mano para tocarla, pero se detuvo, indeciso. El otro hizo lo mismo. Vio que le hablaba, pero no escuchó nada; ese campo de energía o pantalla o lo que fuera, le recordó el prograna de televisión Puerta a las Estrellas «Star Gates», asi se veía la pantalla por donde atravesaban los héroes de la serie. se animó a probar suerte y tocó la pantalla, lo mismo hizo su otro yo. Justo en ese momento un rayo cayó sobre la pantalla, lo que ocacionó que ambos sintieran una fuerte descarga eléctrica que los catapultó hacia adelante uno del otro dejándolos desmayados.
    José Luis despertó en el hospital. El reflejo de la luz blanca del cuarto lo deslumbró por un momento. Entonces escuchó a la periodista en la televisión:

    –En efecto, el gran actor José Luis Ramírez, el ídolo del pueblo Mexicano, ganador de dos Oscares de la academia e incontables premios y reconocimientos por su labor altruista, fue al fin encontrado y está recuperándose en un prestigioso hospital de la ciudad de México.

    Por un momento José Luis no entendió eso y no creyó que se tratara de él, pero al ver su fotografía lo supo: al fin había logrado su sueño y se sintió feliz. Entró el doctor en compañia de una enfermera y detrás de ellos una avalancha de reporteros y las cámaras de televisión que buscaban entrevistarlo.
    Por su parte, el otro José Luis, también había logrado su sueño de vivir una vida tranquila, sin la fama, sin el alcohol, sin la hipocresía y sobre todo, sin la soledad en que había vivido, pues aunque lo tenía todo, vivía en la mas terrible de las soledades: la de la abundancia, la de la envidia, la del interés, la del sin amor. Se preguntó quien había salido ganando con el cambio, y la respuesta le llegó por la puerta del cuarto del hospital donde se encontraba y donde lo acababan de dar de alta: entró Rosario, su ahora esposa, en compañia de sus dos, ahora, hijos y lo abrazaron con amor, algo que lo hizo sentir completo; era la familia que siempre quiso, pero que nunca pudo tener por buscar un sueño mal planeado. Se dio cuenta que los sueños que valen la pena a veces no los vemos aunque los tengamos fente a nosotros.

    FIN

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  66. Jose Miguel Trejo octubre 16, 2013 a 9:58 am #

    Escuchaba la música de su teléfono sin prestarle mayor atención. Aurelio se encontraba absorto contemplando un pequeño cuadro de Picasso que halló en un puti club llamado luces rojas. Era un lienzo pequeño pintado tan solo con el color blanco y pequeñas tonalidades de gris. Aurelio no daba crédito a lo que estaba viendo, un Picasso sin clasificar y de un estilo que no se enmarca en ninguno de los que tuvo el pintor en su dilatada vida.
    De repente entro Doña Adelaida la regenta de aquel club de alterne. Le comento a Aurelio, que aquel lienzo se lo entrego en propia mano Pablo Picasso a su abuelo Idelfonso. Era según ella, un retrato que Picasso hizo al dueño de aquella posada.
    Los mismos gestos, los mismos brochazos. No te calles Luis, le dijo Aurelio a su ayudante, dilo….es o no un Picasso. El joven miro aquel lienzo en blanco, donde no se distinguía ni tan siquiera la firma del autor. No se Aurelio debería estudiarlo con detenimiento.
    Aurelio había cogido una lupa y miraba con atención los brochazos que supuestamente el autor malagueño hizo en aquel inmaculado lienzo.
    Saben ustedes, dijo Adelaida, mi abuelo me comento, siendo yo niña, que para ver lo que había pintado, se debía colocar el lienzo, en una pared blanca en una noche de luna creciente.
    Volvió a sonar el teléfono. Aurelio miro el número y disfruto con la melodía del aparato mientras contemplaba absorto el lienzo blanco de Picasso.

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  67. javier marín octubre 19, 2013 a 3:54 pm #

    Una carta.
    Las cartas, los sueños que viajan en ellas; los sentimientos que vuelan; las ideas que se plasman; los pensamientos que se cumplen; los recuerdos que se rescatan. Todo en una carta. Un papel que nace limpio; una página en blanco en una máquina de escribir. Se puede escribir lo que se desee y en la manera que sea. Siempre en una carta irá una parte de quien escribe, irá una parte del corazón de quien siente. Irá, sin duda, una parte de la imaginación que no se detiene ni allá en las fronteras que marcan los papeles, las letras, los límites del idioma.

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  68. Jesús M. Saldón noviembre 13, 2013 a 2:19 pm #

    LE LLAMAN LOCO

    “Nunca podrás.” Esa era la frase que más escuchaba José. “Jamás lo alcanzarás”, era también una frase muy socorrida. Algunos de sus amigos, los más fieles, convencidos de la cabezonería de su amigo se limitaban a mostrar con gestos que sabían que no iba a ceder en su propósito.
    José lo dejó todo un buen día. Treinta y muchos años a las espaldas y sabía que la contrarreloj de la anunciada madurez inminente no le daba opción a demora alguna. ¡Corre! Se dijo a sí mismo, “lánzate” y José se lanzó.
    El loco, el pobre loco, dejó su trabajo, vendió su casa, dejó a sus amigos, a su familia, y con una maleta repleta de recuerdos y proyectos que no lograban ver la luz, emprendió su viaje. Largo viaje aunque realmente fuera tan sólo a unos centenares de quilómetros. Cambió de casa, de trabajo, conoció nuevos amigos, lloró más de una vez por las ausencias, perdió a su padre, lloró de nuevo, atesoró recuerdos en su corazón… Y siguió en su empeño.
    ¡Loco, más que loco! Aun así le seguían repitiendo. “No quiero cambiar, no puedo.” Se acostumbró a contestar. Y amigos, familia y conocidos le dejaron como caso perdido. “Con los tiempos que corren y el muy necio empeñado en escribir… ¡En este país!” Sí, loco, José loco de atar, como todos los que persiguen sus sueños.
    Buscó y rebuscó el tiempo entre las piedras, compró horas de tiempo al sueño, se obligó a enfrentarse a su mayor enemigo: La hoja, la hoja en blanco, toda la ilusión pendiente de ser transformada en letras. Y se enfrentó. Pasó tardes difíciles, días sin ideas; el cansancio, como si de una enfermedad rara se tratase, le golpeaba en las sienes, intentando penetrar en aquella cabeza de hombre loco, de loco obstinado. Pero José siguió intentándolo.
    ¡Loco, más que loco! Siguieron diciéndole. Pero él ahora contestaba paciente: “Debo hacerlo, prefiero equivocarme y saber que aprendí de mi error una vez ya esté en mi lecho de muerte a que llegue mi último día y me arrepienta de no haberme atrevido a tocar siquiera mi sueño.”
    Los más benevolentes cambiaron de palabra, de “loco” a “insensato”; triste consuelo, pensaba José que de tanto repetirle la palabra dichosa ya no reaccionaba al sentir su nombre, tan sólo dejaba de prestar atención a sus escritos a la voz de “loco”.
    Pero quería alcanzar su sueño y pasaron los días, y con ellos las semanas y vinieron los meses… Y los primeros resultados.
    José el loco sintió entonces miedo, ¿qué había creado? El terror le erizó el vello de todo su cuerpo. Ahora llegaba la hora de la verdad, ¿habrá valido la pena tanto esfuerzo? ¿Gustará mis escritos? ¿Se reirán de mí? Soy un loco, un pobre loco… No dejaba de pensar cuando por fin se atrevió a enviar sus primeros escritos. Eligió con sumo cuidado, optó por los amigos más benevolentes, los que medían sus palabras, los que le llamaban menos veces “loco”. Y envió los correos con su historia.
    Aquella noche no pegó ojo. José el loco no pudo dormir y en el duermevela viajó a ciudades desiertas y en sus calles miraba al cielo donde una lluvia de hojas blancas apenas le dejaban ponerse en pie. Pero aquellas hojas sí tenían algo escrito: “loco, más que loco.” Y José sobresaltado optó por madrugar aquella mañana que ya despuntaba en el horizonte.
    Preparó café, encendió el ordenador. Respiró hondo… Y empezó a llorar, tal vez por cansancio, tal vez porque eso es algo que hacen los locos, llorar sin motivo aparente, tal vez porque lo necesitaba.
    Tenía el correo lleno de respuestas de sus amigos y familiares. Tembló al empezar a leerlos:
    “Me has hecho llorar.” Leyó en uno de ellos.
    “Tú haces que la magia exista.” Leyó en otro.
    “Es admirable tu prosa, tu capacidad para imaginar.” En el siguiente.
    Y José el loco apenas pudo seguir con aquellos comentarios, las lágrimas venían en tropel a sus ojos ya humedecidos y mezcló con ellas el café al que dio un nuevo sorbo mientras intentaba respirar hondo.
    “Cálmate” pensó. “Al fin y al cabo, son mi gente. Son benévolos conmigo.” Y abrió el último de los correos, tal vez el más importante ya que había enviado aquella, su primera novela, a una editorial.
    Le temblaban las manos cuando acabó de leer “por lo que estaremos encantados de publicar su primera novela.”
    José el loco, ahora se convertía en José el escritor.
    Siguió llorando, por un buen rato, llorando en su locura.

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    • Rafael Rodriguez noviembre 22, 2013 a 9:46 pm #

      Mi estimado amigo, yo soy otro José el loco. Tambíen a mi me acaban de publicar mi primera novela. Me gustó. Un abrazo.

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      • Jesús M. Saldón noviembre 23, 2013 a 9:32 am #

        ¿Cómo se llama tu obra? Gracias y otro abrazo para ti.

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  69. Rafael Rodriguez noviembre 22, 2013 a 9:41 pm #

    AUTOR: RAFAEL RODRIGUEZ

    «ESTA NOCHE TENGO FRIO»

    ESTA NOCHE TENGO FRIO
    ES EL FRIO DE TU AUSENCIA
    LA VÍSPERA ME ABANDONASTE
    CARGANDO TU MALETA VIEJA

    ME DIJISTE ADIOS
    SIN MIRARME A LOS OJOS
    ME DIJISTE ADIOS
    BAJANDO LA CABEZA

    ESTA NOCHE TENGO FRIO
    Y LA SOLEDAD ME ABRAZA
    QUIERE SER MI AMIGA
    ACOSTARSE EN MI LECHO
    EN LUGAR DE TU PRESENCIA

    ESTA NOCHE TENGO FRIO
    EL FRIO DE LA SOLEDAD
    QUE NUNCA FUE BUSCADA
    NI TAMPOCO EXIGIDA

    PORQUE HAY SOLEDADES BUENAS
    SOLEDADES QUE UNO BUSCA
    PERO LA SOLEDAD QUE DUELE
    ES LA SOLEDAD QUE MATA.

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  70. Luis Granero noviembre 23, 2013 a 9:12 am #

    TEOREMA
    Me ha anegado la vida
    de conjuntos vacíos y números enteros.
    El infinito duerme siempre al raso
    con las estrellas en el centro.

    Se me mojó la vida
    sin orden ni concierto.
    Desordenadamente viva
    Caída. Vocación. Intento

    Alma de un número constante
    ¡ Que abstracto el sentimiento!
    Irracionalidad! Haces más grande
    la naturalidad de lo complejo.

    ¿Qué fue del lógico sistema?
    ¿Adonde el argumento
    que explica que los labios
    siempre se sueñen llenos?

    Teoría de la boca en otra boca,
    Postulado exigente de los besos.
    ¿Qué axioma los libera?
    ¿ De que boca están presos?

    Una lluvia de cifras positivas
    sobre cocientes negativos siento.
    Esa fracción de mi desencadena
    lechos de números y sueños.

    Miles de números y llamas
    que se mantienen fijos y despiertos.
    Labios y números despejan
    las ecuaciones de tu pecho.

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  71. luisgramo noviembre 28, 2013 a 8:37 am #

    Hubiera sido
    Hubiera sido…hubiera
    florecido si pudiera.
    Hubiera sido un cielo amanecido.
    Yo quise imaginar una quimera
    si hubiera sido primavera,
    más desperté vencido.
    Hubiera sido… un aletazo
    con las alas del aire de su abrazo,
    y el alma hubiera sido
    cúspide, arroyo, cima,fogonazo
    Hubiera sido el lazo
    que deja florecido.
    Pero no pudo ser… no pudo
    imaginar siquiera el nudo
    que aprisiona la sabia de mi brazo.
    Si hubiera… Triste y mudo,
    no vio que en este corazón desnudo
    ya no cabe ni un último arañazo

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  72. luisgramo diciembre 11, 2013 a 9:03 am #

    NIEVA

    Nunca nieva bastante, solo nieve,
    tan nieve el corazón, blanca locura;
    donde halla la razón su compostura
    siempre nieva y a veces hasta llueve.

    Es tu nieve el abrazo menos leve.
    Inmaculado manto la ternura.
    El amor en tu reino es nieve pura,
    caliente nieve ardiente, pero breve.

    Apenas un suspiro de cristales
    ateridos del alma, me consuelan
    cristales, copos lentos y sencillos.

    Nieve lenta sobre los ventanales.
    Tus copos de cristal me sobrevuelan,
    ponen blanco sobre mis amarillos.

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    • Sendas a Nutopía diciembre 12, 2013 a 4:00 pm #

      Hola Luis muy buenas poesías donde está el libro? Yo también tengo un par de obras publicadas, busca mi nobre está por aquí. Un saludo y suerte con tus obras y poemas, escribes muy bien.

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  73. Luis Granero diciembre 13, 2013 a 5:59 pm #

    Gracias José Antonio. No hay libro, ni siquiera proyecto de tal. Escribo sin más. Te leeré.

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    • Sendas a Nutopía diciembre 15, 2013 a 11:56 am #

      Hola Luis me llamo Juan José, lo digo más que nada para que me encuentres, un saludo

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  74. luisgramo diciembre 13, 2013 a 6:05 pm #

    Desamor.

    Se ha quedado flotando, desairado
    tras la vidriosa espera, tras el ansia,
    y mansamente sientes que fallece.
    Los lirios de los ojos arrasados.
    los dedos impregnados de nostalgia
    y un velo de cristal que se estremece.
    Erizado trastorno, que enloquece
    mientras pasa la nube;
    se me derrama, sube,
    aumentando la certeza del abrazo.
    Más queda roto el lazo,
    defraudada la luz, roto el encanto.
    Me cierras la esperanza de un portazo
    y me dejas la nada donde busco tanto.

    ¿Hacia que purgatorio me conduces?
    ¿En que estatua de sal me has trasformado?
    Desnortado, confuso, y aterido.
    ¿En que macabras horas me seduces
    y te alejas de mi? Fuego apagado
    que dejas cabizbajo y ofrecido.
    Abandonas el nido
    con un gesto fugaz, liviana,
    mordida la manzana,
    volátil, casi fría, vaporosa.
    Como muere una rosa
    en la mañana gélida de invierno,
    mi pasión languidece, se reposa
    condenada a los fuegos de tu infierno

    ¿Qué ceguera demente me conmueve?
    ¿Qué promesa de acíbar de locura
    que deja boquiabierto mi sentido?,
    La planta de tu huella pasa leve,
    el roce de tu pelo me tortura,
    dejando atrás el beso prometido.
    Trastornado y herido,
    abandonado, inerme, insatisfecho,
    despojado de todo mi derecho,
    doliente, suplicante, frio,
    me asomo al desvarío
    que tu desdén en mi provoca.
    El rojo de tus labios es el rio
    que se niega a inundarme la boca.

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  75. Juanju diciembre 16, 2013 a 7:41 pm #

    Cuento de Navidad

    – ¿Ha llamado ya?
    – Llamó ayer, pero dice que no puede cruzarla, que esta en un campamento a las afueras de Melilla, y que es imposible salir.
    – Quizás este año, no podamos ….
    – Confia, yo también creía que no iba a llegar, a la altura de la isla de Lampedusa, al pesquero destartalado donde iba, se le rompió el motor, y doscientas personas a la deriva, pero Dios, no iba a dejar que nos ahogáramos, como no dejó que me mataran al pasar por Irak, ni cuando cruce la anatolia en una woskvagen destartalado, así que envió, vientos y mareas y nos llevo a una playa de Calabria, después fue fácil, trenes, y hasta aquí. Y a ti que tal te fue.
    – Mucho mas fácil que a vosotros. Lo más difícil cruzar la frontera entre Ucrania y Polonia, después un autobús lleno de inmigrantes, en Francia, la Gendarmería parecía que nos pararía y nos devolvería, pero no nos hizo caso y aquí estoy.

    ……..

    – Melchor, ha llamado. Baltasar dice, que se ha colado debajo de un camión de unos feriantes, y ya esta en España, ya te lo dije. Este año los niños volverán a tener regalos

    Feliz navidad y hay va mi regalo de reyes

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  76. Juan Pablo Luza Pillco diciembre 23, 2013 a 10:18 pm #

    A PAOLO NO LE GUSTAN LOS TRUENOS

    Tiene apenas tres años y medio, es un poco gordito, tiene la cara redonda, siempre sonriente; los ojos inquietos, vivaces que siempre están explorándolo todo; la mente alerta y esa bendita costumbre de poner al mundo de cabeza con sus travesuras; vive a cien por hora y cualquiera puede cansarse antes que él. A veces, cuando descansa y te deja tiempo para la reflexión y uno puede verlo con tranquilidad y distancia, dan ganas de decir que es feliz y Dios quiera que sea así, porque él y todos los niños del mundo se merecen eso.
    Cuando está en casa se encuentra en su territorio, en su mundo particular, recorre todos los ambientes en completa libertad, dejando en cada uno las huellas de su presencia: dibujos en las paredes, huellas de sus manos en los cristales, esquinas descascaradas; pareciera que nada lo detiene, que nada lo acobarda; nada, hasta que llegó la última Navidad…
    En Navidad se celebra el nacimiento del niño Jesús, es también la fiesta en la que más se ensalzan los sentimientos de amor, bondad y caridad, por eso algunos dicen, y con razón, que es la fiesta de los niños, claro que ninguno de ellos cuenta con los pirómanos, con los incendiarios, con los amantes de la pirotecnia que con sus estruendos se encargan de estropearle la fiesta a los niños que sólo entienden de angelitos, velas y regalos.
    Ya es de noche y en casa, Paolo todo lo ve a través de las luces multicolores que adornan el árbol, todo lo siente cantando los villancicos que aprendió de sus profesoras jardineras, juega con sus primos y sus juguetes nuevos, a lo lejos se oyen estridentes, espaciadas las primeras bombardas de la celebración, pero a medida que se acerca la hora el estruendo es mayor, ya no parece una diversión y de pronto faltando cinco minutos para la hora señalada se desata el caos.
    Cohetes, cohetecillos, cohetones, bombardas y sabe Dios qué artefactos más explotan al unísono, iluminando el cielo nublado y oscuro. Paolo corre a los brazos más cercanos, se asusta, se desespera y llora; su madre lo recibe protectora, le cubre la cabeza, lo besa y le va hablando para que se calme, le dice que solo son truenos y nada más. Poco a poco entre pucheros lacrimosos, se va calmando convencido que son los truenos de la lluvia.
    Para él ya se acabó la fiesta, ya no quiere seguir en la sala y con su madre se van a su cuarto. En su cama, con la luz apagada, abrigados y protegidos bajo las frazadas, cuchichean bajito; antes de dormir le recuerda a su madre que no le gustan los truenos y a poco rato felizmente echa a dormir. Por lo menos para él la paz de la navidad ha llegado y ojalá todos los niños pudieran gozar de la paz que trae el niño Dios, su mejor regalo para ellos.

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  77. francisco ballester monfort diciembre 27, 2013 a 7:39 am #

    LA LLAMADA DE LA NATURALEZA
    No se dio cuenta hasta después….se había despertado rara….cuando sonó el despertador, no se enfadó con él, ni le propinó el airado y cotidiano golpe de apagado, que la obligaba casi cada mes a ir al «chino» de la esquina, a comprar otro de urgencia. Se estiró voluptuosamente en la cama, notando un placer cuando sus músculos y tendones, perezosos y algo ñoños, se estiraban y relajaban. Ya en la ducha , que generalmente tomaba corta y fresca para despejarse, su cuerpo le exigió mas temperatura…, se duchó casi quemándose, y se demoró frotando sus glúteos con el guante de crín con insistencia hasta que quedaron más finos y lisos que una sandía. Cuando se secaba el largo pelo castaño en el espejo, se le hizo más patente que algo anormal estaba sucediendo…., pero no le sorprendió, Ella, además de mujer, era psicóloga y antropóloga y no se sorprendía de los cambios biológicos femeninos, incluso los analizaba y sentía como instructivos y útiles para su devenir profesional . En la montaña rusa hormonal y emocional de las hembras de la especie humana, cada día podían sentirse una persona diferente ( pensando que siempre habían sido así) e incluso según los acontecimientos y emociones , adoptaban roles y personajes diversos y a veces contradictorios ,incluso durante el mismo día. era como si trajeran genéticamente, es decir….» De Fabrica», el Carnet de «Actriz Profesional» , podían ser sucesiva o alternativamente ….. una trabajadora eficiente….una jefa despiadada….una madre paciente …. , una compradora compulsiva…una amiga incondicional…. brindar apoyo telefónico a media humanidad.. ser cocinera tradicional o de fusión, si el día era «romántico»…. Ah! y esposa fiel cariñosa y abnegada recolectora nocturna de semen. y lo más sorprendente: Metiéndose en su papel sin pensar en el anterior o en el siguiente, e incluso de forma inverosímil ,rayando con la brujería, mantener dos papeles a la vez alternativamente, como cuando logran hacer el amor y acordar telefónicamente con su madre el menú de navidad, disfrutando a la vez de ambas cosas …..En resumen, todo un carrusel vital, del que se quejan amarga y constantemente, como un mantra, sintiéndose víctimas del mismo, pero que necesitándolo secretamente para sentirse bien consigo mismas, ya que las que no estaban montadas en el mismo, las miraban envidiosas, como los jugadores suplentes ven el partido desde el banquillo.
    cuándo desnuda iba caminando a pasos cortos hasta se alcoba a vestirse..y sus muslos rozaron entre sí, notó un calorcillo en la entrepierna…., pero cuando al ponerse el sujetador frente al espejo, se rozó suavemente los pechos y una ola de calor y energía le subió por todo el cuerpo, el corazón comenzó a latir más aprisa, y su respiración se agitó….!, lo tuvo ya claro…. estaba excitada, más que eso, estaba caliente como una perra, se acababa de despertar y estaba » a cien» sin que nadie la tocara . Estaba desconcertada, eso era nuevo, no le había ocurrido nunca en los 36 años de su existencia, no era el carrusel cotidiano, estaba «en puro celo» , es decir como se sienten los tíos todos los días, ! Era una llamada interna y urgente! ¿ sería la llamada de la naturaleza a la procreación, esa llamada salvaje , de la que ya tenía noticia, que lleva a cualquier mujer por inteligente que fuera a preñarse en el lugar más inesperado, en el momento más inoportuno, y con el primer tío que le oliera bien. sin pensar en las consecuencias y sin tomar precaución alguna. si,…. esa que luego ellas dicen : ! me pillo en el momento tonto! ! no se aun como pasó! ! una cosa llevó a otra…!
    Cuando subió en el ascensor al despacho, con su traje de chaqueta azul marino, sus medias negras, el pelo recogido en un elegante moño distraída con el móvil en la derecha, y el portátil en la izquierda….el efluvio de un repartidor sudoroso y a medio afeitar, le llegó sin previo a viso, provocando en ella mezcla de aprensión y deseo que dejó sus bragas completamente mojadas, ! menos mal que llevo salva slip pensó un poco insegura de sus reacciones…
    Al llegar al baño, se miró, !Estaba guapa de verdad! no se había puesto nada en la cara, pero sus ojos brillaban, sus pómulos ardían, y sus labios estaban sensuales y llenos de deliciosas curvitas, como pidiendo guerra. y sus pechos no querían ataduras.
    Un poco asustada de sí misma, pensó que para poder trabajar tranquila debía serenarse y para ello, empleó la psicología, hizo una «traslación del deseo», que es lo que hacen los alcohólicos para aguantar sin beber, se prometió una gran recompensa al acabar. Con decisión, consulto una conocida y solvente pagina de contactos y relaciones en internet , y se citó con el primer candidato que le pareció medianamente aceptable, tuvo suerte, era guapo, moreno, varonil, universitario, con barba cerrada y algo salvaje en su mirada… Aguantó hasta última consulta ,pero ésta, la cerro ya impaciente e inquieta cortando al pobre paciente, y cuando logró terminar, salió de estampida hacia el restaurante de la cita, aun tuvo que esperar en la e en un parque unos minutos, fumando un cigarrillo para no llegar primero…., la ciudad estaba preciosa entre dos luces con su tráfico desordenado y su ruido cosmopolita y parecía prometerle una noche de locura..
    Cuando entró, ! sorpresa !,! era incluso más guapo que en la foto! su sonrisa era franca, y olía de escándalo…ella, ella sintiéndose preciosa , se relajó en la silla, notando un delicioso cosquilleo en su bajo abdomen que le subía de sus partes más recónditas…pidieron una copa… él puso su mano sobre la de ella sobre la mesa…y entonces sucedió, él rompió en un sollozo…, e hipando dijo: A lo mejor hoy…..A lo mejor hoy no soy el mejor compañero…., estor muy triste…. necesito hablar… necesito un abrazo…..echo de menos mucho a mis hijos……Una ola de cólera la invadió, trás un largo silencio en el que una ola de cólera se iba apoderando de ella , se levantó bruscamente , y matándolo con la mirada le dijo en voz alta: ! Pues que te consuele tu puta madre!….
    Mientras salía llena de ira del restaurante y buscaba un taxi con su melena ya suelta persiguiendo su airada cabecita, refunfuñaba en voz baja de los hombres….. que: «nunca están donde hacen falta»….., el asunto no tenía remedio ya….., tendría que abortar aquella rara y salvaje experiencia con una ducha fría, dos valiums y un arreglito de chicha y nabo antes de dormirse…. eso…eso si el taxista……! no le ponía mejor remedio…..!
    paco ballester monfort blog PRUSIA Y MAGENTA
    pacoballestermonfort.blogspot.com

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  78. Omar Garzón Pinto diciembre 30, 2013 a 12:16 am #

    POEMAS CON NATURALEZA MUERTA*

    “Cuando vislumbramos la muerte
    ya somos la palabra muerte”

    Hernán Vargascarreño

    UNA NIÑA DE RAMALLAH

    Estuvo con nosotros hasta que cayó el velo de la noche, hasta que sus pasos cesaron como lluvia inofensiva.
    Poco supimos de ella: Que se detenía en las tardes a ver pasar el Sol y que corría tras las mariposas, casi volaba con ellas.
    Algunos oyeron su grito, pero estaban muy ocupados levantando cercos, según ellos, para que no entraran los cerdos a sus casas.
    Florecieron los jardines, los pájaros surcaron el cielo, las hojas cayeron secas sobre el prado. Aún nadie nos escucha y tal vez nadie lo haga en lo que resta de cosechas, pero queda la lluvia que seguirá humedeciendo su huella en el camino; quedan las mariposas que recorrerán su misma ruta de la tarde y quedan los malditos cercos que nuca serán mayores que estos montes que darán testimonio de nosotros y los peñascos que gritarán siempre los nombres de los nuestros, los de aquellos que ahora son árbol de memoria.

    ZAGA

    “Y vio Dios que todo lo que había hecho y he aquí
    Era bueno en gran manera”

    Libro del Génesis

    1
    Ayer vimos caer fuego del cielo y
    un hombre blanco del norte arreció con todo.

    2
    Las calles parecen un cementerio de luciérnagas.
    Debajo de cada roca se esconde el llanto de algún niño.

    3
    Un río de lamentos baña las sombras de los hombres.
    ¡Esta es la última fiesta de los cohetes!

    4
    Esta es la última danza de una mujer que sangra
    al ritmo de las palmadas de un soldado al otro lado del muro.

    5
    Los niños, los niños son una bocanada de humo
    que se extiende entre las huellas
    de una embestida de lobos, chacales, hienas y gacelas.

    6
    Un grito desde alguna cama en el centro de la ciudad
    colma el valle hasta hacerle frente al mar.

    7
    Nos cayeron las estrellas viajeras
    y los que no quedamos calcinados
    aún no hemos escuchado a Dios.
    No sabemos qué opina al respecto.

    SOLILOQUIO EN PALESTINA

    Lo único que a veces salva al hombre del olvido es el llanto que lo colma. Lo único que a veces nos salva a los habitantes de este espejismos del desierto es una bala que de nuevo se nos siembra entre los ojos.
    A veces creo que en este corto suspiro que es la vida, el acto principal de algunos de nosotros (tal vez los menos protagónicos, los menos primordiales, los menos hombres) es habitar en el silencio, hacernos uno con la sombra, estar donde nadie está, ver donde nadie ve, gritar donde nadie escucha, no estar.
    Esa es nuestra encomienda: susurrar el nombre de nuestros muertos mientras caminamos sin que eso signifique que nuestro próximo puerto será otro Sol, sin que eso signifique que nuestro próximo puerto será otro paso.

    *Poemas tomados del libro Flores para un ocaso, editado por la Liga Latinoamericana de Artistas (Bogotá, 2013).

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  79. llidoner enero 12, 2014 a 12:33 pm #

    NO HAY NOTIFICACIONES

    Que ha sido de las risas a borbotones
    de las copas golpeadas con los ojos
    de las partidas de ajedrez los viernes
    borracheras mitigadas con ensaimada.

    ¿Qué me retiene a este esqueleto?

    el último puente de vuelta a casa

    el volante que me trae al pueblo
    estoy volando al caminar de pie.

    ¡Cuántos seres quedan en la brecha
    de aquellos que jilgueros cantaron:
    unos pocos, uno o dos, nadie!

    El tiempo nos define extraños
    hay que pasar página y seguir
    viviendo para demostrarme
    que soy capaz de vivir con
    el recuerdo de vuestro cariño.

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  80. llidoner enero 12, 2014 a 12:35 pm #

    ME IRE

    Me iré como el humo
    flotando por los aires
    sin cruces que cuidar
    solo un oloroso fogón.

    Me iré poco a poco y
    los autos locos dejaran
    su rastro en los blancos
    colmillos del hombre.

    Me iré veloz, silencioso
    como el sol de invierno
    después de todo, cansancio
    entre tanto y nada
    sin suscripciones…

    Así de cualquier manera
    me iré alejado viendo
    el paisaje pasar desde
    este tren destartalado,
    pasado de rosca
    con vistas a ciegas
    viendo tantas veces el
    final del túnel…

    …el tiempo me irá
    llevando apretadito
    como aquellas locomotoras
    robustas de enormes discos
    rugiendo alientos de vapor
    con su corazón atronador.

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  81. Juan Pablo Luza Pillco enero 24, 2014 a 1:04 am #

    RETRATO DE PAOLO VIENDO LA NOCHE DESDE SU VENTANA
    Escribe: Juan Pablo Luza Pillco
    Tiene poco más de cuatro años, la sonrisa fácil, los ojos grandes, inquietos y aunque es algo gordito, su cuerpo parece más bien de goma. El suyo es un mundo lleno de enigmas y de misterios que no se cansa de transitar, que no se cansa de descubrir, movido por ese espíritu explorador que sólo se detiene cuando se mete en algún lío. A sus pocos años ha tomado todo lo que sus pequeñas manos han podido apresar, su curiosidad no tiene límites y por una mala decisión de suficiencia se le ha permitido explorar todo lo que pudiera ser explorado dentro de su casa; todo o casi todo, pues nadie contaba con la oscura noche, quizás el único territorio que le estaba vedado por las fuerzas naturales.

    Nadie puede decir cómo ocurrió, pero seguramente fue sin cálculo previo, de repente fue algún ruido impertinente que vino desde la calle o un insomnio repentino producto de algún mal sueño o quizás algún designio del destino, lo que hizo que Paolo despertara en medio de la noche, en medio de la oscuridad y del silencio y quién sabe qué más lo habrá motivado a desprenderse de sus frazadas, bajar sigiloso de su cama sin que su mamá se diera cuenta para internarse en ese mundo totalmente desconocido para sus breves años.

    De seguro que abrió despacio la puerta de su cuarto, parándose en puntas de pie para llegar más cómodo a la manija, de seguro que no sintió miedo –lo conozco, él no le teme a la oscuridad- al enfrentarse con el largo pasadizo oscuro que conecta su dormitorio con la sala, más bien habrá sentido esa curiosidad irremediable por conocer su casa con otros ojos y por su propia cuenta, una sensación totalmente nueva para él. Qué de cosas no habrán pasado por su pequeña cabeza mientras se aventuraba en la nada, quizás se sentiría protegido pensando en sus dinosaurios (él ama a los dinosaurios) o imaginaría ser uno de los superhéroes que tanto le gustan. Quién sabe.

    Pero lo imagino caminando cuidadoso por el pasillo, mirando curioso las puertas cerradas de los dormitorios, captando con sus ojos inquietos las ráfagas de luz que vienen de afuera, observando el tenue color blanco del techo, comprobando casi con los dedos que el silencio y la oscuridad no le hacían daño; casi lo veo, armado de confianza, dirigiéndose a la sala y encontrar todas sus cosas cotidianas más inmóviles que nunca; lo veo subiéndose a los sillones, palpando la mesa de centro, el mueble del equipo de sonido, el televisor de la esquina, todo lo que él conoce de cotidiano, pero con un toque de misterio en estas horas inusuales. Hasta dar por fin con la cortina de la ventana, abrirla apenas hasta que su cabeza entre en ella y descubrir, otra vez en puntas de pie, la noche oscura y solitaria de la calle.

    Imagino su pequeña cabeza en la ventana, mirando hacia la calle; su rostro de sorpresa ante tanta soledad (los ojos grandes, la boca media abierta), pienso que si alguien pasaba por allí a esas horas también se hubiera sorprendido de ver a un niño solitario en tremenda ventana; lo imaginó mirando la calle vacía, los árboles en calma, las luces muertas de los postes de luz, nadie pasando en ese momento y él sin salir de la sorpresa, cogiéndose fuerte del borde de la ventana cerrada…

    Quién sabe cómo habrá regresado a su cama después de tan grande aventura, sólo sabemos su alegría desenfrenada del día siguiente luego de despertarse, inusualmente tarde, mucho más tarde que de costumbre (tanto que no pudo ir al Jardín), correr y abrazarse de su madre, contándole feliz y sorprendido que ya conoce la calle de noche, que ya sabe como es la noche dentro de su casa.

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  82. Luis Granero May 7, 2014 a 5:54 am #

    ORACIÓN

    Podría ser el eco que me falta.
    La luz que nos alumbre si no hay día.
    Podría ser un sueño
    de tus entrañas dulces, de tú vientre
    donde revolotea el universo,
    se abre paso el milagro,
    linterna, corazón, granada espiga.

    Pudiera ser el ser que llama
    con su nombre a la vida,
    aldabonazo inmenso en la callada
    quietud interminable,
    despertar, corregir lo que no llega
    si siendo deseado
    es mucho más intenso, algarabía.

    Prodigio de un desierto
    donde tocó la vara y se hizo agua,
    creció la calidez y se hizo carne,
    altar, cáliz, bendita poesía
    un grito de ilusión desde tu entraña
    de dos bocas que claman
    para la entraña misma.

    Puede ser el total de lo que es esto
    que se reparte al sol entre nosotros.
    Aunque la sombra cruce la avenida
    y una nube, colgada, pero seca
    nos haga compañía.
    Deseo, claridad, futuro eterno.
    Podría ser un canto a la alegría.

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  83. Gudea de Lagash septiembre 9, 2014 a 7:52 pm #

    Un tribal con tres caras africanas en una de las pantorrillas.Una sonrisa encuadrada en un mentón amplio y viril marcada por una patilla de pelo fuerte. Una ceja con cicatriz,de aquella vez que quiso ponerse un piercing y duró, lo que suele durar una “peli”de Spileberg por tener la piel sensible como la de la madre que lo parió.Un pedacito de carne justo al lado de la oreja del tamaño de un guisante temprano:
    -Es una oreja en miniatura…Si,no me mires así.Tanta cortisona…tanta cortisona…-le dijo el ginecólogo a la madre que lo parió, aquella tarde de sol y lluvia de regadera:la lluvia del caracol ,olvidando que el había sido el artífice de “tanta cortisona”. – Cuando sea grande el “muyayo”,que decida si quiere que lo acompañe al cementerio, o que la boten por el risco.Deja que el decida mi hija…
    “Un guisante temprano”que nunca se quitó,no se sabe si por querencia,o por esa extraña atracción que ejercía en el sexo opuesto.La nobleza de su abuelo en la mirada enmarcada en unos ojos de San Bernardo-demonio de Tasmania,según el ánimo,Y unas manos grandes de dedos largos y fuertes de tanto hacer timbrar las cuerdas de ese bajo, con caja de madera, que con tanta ilusión, y muchas horas de curro,una tarde compró arrastrando en su aventura a la madre que lo parió,porque era una madre “todo terreno” que lo mismo hacia una tortilla,que cosia un remiendo,pintaba un cuadro,escribia un libro,o se sumergía en un mar de bafles,mesas de sonido,guitarras,palos de lluvia, y conciertos con aroma de litronas y hachís de Chaouen,aunque ninguno de los dos fumaba ni le daba a la litrona, por eso de que el asma y los “yuyus”de cabeza no se llevan bien con esos dos compañeros de conciertos.
    Y él le daba a las cuatro cuerdas del bajo desde la puerta de aquel destartalado cuarto cuartelero abandonado hacía un porrón de años,y al que habían insonorizado forrandolo de cartones de huevos.Y el tocaba,digo,desde la puerta en invierno, con chupa y gorro de lana calado hasta las cejas,y en verano, con gafas de sol y pantalón de deporte,por eso de que el aire en el cuartucho se podía cortar con tijeras de pescadero,por lo denso de la fumata,y él no estaba dispuesto a tener otra crisis de asma de esas de campeonato.Y era gracioso ver al grupo actuar con aquel muchacho del tribal en la pantorrilla,tan “fuera de lugar”,pero es que era tan bueno…con ese pulgar y ese índice golpeando las cuerdas,con ese subir y bajar los dedos por ese mástil interminable, haciendo sonar esa octava grave que lo hacía tan particular…:
    – No.Él es el “sano del grupo”,decían a la hora de pasarse el porro.Un porro baboso pasado de boca en boca,en un corro como el de “las patatas”,pero con litrona y patatas fritas de bolsa manoseadas por los dedos de todos.No.ÉL no;él es el “sano del grupo”.
    – No.Yo no,decía la madre rechazando amablemente la ocasión de darle un par de caladas al porro a mendio fumar,que una tiene luego que hacer la cena,que fregar,que darle a la tecla,que limpiar los pinceles…Y tod@s reían a mandibula batiente creyendo que ella lo decía por decir.
    Un tribal con tres caras africanas en una de las pantorrillas que, en su momento,le costó un huevo de pato que consiguió a base de currar tras las horas de estudio.Apareció un dia con él y a su madre casi le da un “paraflai”,aunque no dejó de reconocer que era una preciosidad…
    Un tribal que siempre llevará con él,al igual que ese guisante temprano que nunca quiso quitarse.
    Un tribal, y un guisante temprano junto a una cicatriz en la ceja por ese piercing rechazado por tener la misma piel que la madre que lo parió.
    Un tribal,y esos dedos inquietos como alas de colibrí.
    Un tribal,y los ojos de su abuelo.
    Un tribal,y toda una vida por delante.
    Y tenía un tribal con tres caras africanas,y un guisante temprano, ojos de San Bernardo-demonoio de Tasmania, y dedos de alas de colibri.
    Y tenia, y tiene.

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  84. Gudea de Lagash septiembre 9, 2014 a 7:54 pm #

    Reblogueó esto en yebellmussay comentado:
    Recordando el tribal,y el guisante temprano…

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  85. Gudea de Lagash septiembre 15, 2014 a 12:40 am #

    EL LIGUERO

    Caminando descalza por la habitación,

    con la llama del candil adormecida.

    Caminando descalza,sin hacer ruido,

    no vaya a despertar tu corazón,amor…

    Busco en el revuelo de la ropa;

    nuestra ropa tirada por el suelo,

    las medias,las bragas de Walt Disney,

    y “el liguero de la suerte” ,

    dijiste aquella noche de mi primera vez…

    Los tacones en la mano,

    el liguero en el fondo del bolsillo del vaquero;

    el aliento contenido,el corazón hecho trizas

    y en los ojos esa lucha por salvar mi digindad:

    -¡No llores!-me dice la razón.

    -Tienes que llorar- ahora habla el corazón.

    Con la llama del candil adormecida,

    he salido en silenco de esa estancia nuestra,

    no sin antes pararme en la puerta…

    Has estado con otra,

    más bella,más experta en los juegos del amor.

    Del amor de cama,amor,

    pero no del corazón.

    Has jugado conmigo.

    He perdido contigo.

    Y con la llama del candil adormecida,

    he cerrado la puerta,

    y en una papelera del hotel,

    he tirado el liguero,de mi primera vez.

    Y has jugado conmigo…

    y he perdido contigo…

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  86. Marga Alcalá septiembre 25, 2014 a 9:08 am #

    PRELUDIO

    Hay una tarde gris, serena
    y una calle silenciosa
    tras la ventana abierta,
    pues el verano termina
    pero el calor aguanta.
    Un suspirar profundo
    de perras dormidas
    que a mi lado los sueños gastan.
    Un ligero aroma a vainilla
    de vela apagada
    y el mágico sonido del libro
    al pasar las hojas.
    Hay un preludio sonando
    de un otoño que se acerca.
    Nada más hay.

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  87. gabrielhumeroblog noviembre 4, 2017 a 1:44 pm #

    Que nombre tann creativo además de seductor para un arrtista que escribe. Me reinvento y crezco como la Aurora al ritmo de la luna. Ayer me dejo la luna de la madrugada escribiendo en un dilema, en una ausencia triste. Estaba ella llena, redonda y blanca, llena de alovosia. Para otras y otros estaría juguetona, dulce y bella en su enigmático misterio. Pero para mi, me miraba sola, de cara a cara, por la ventana entraba como si estuviera perdido en el arido desierto, en el oceanico desierto. Estaba en su quinta esencia y compartia conmigo una lágrima. Como diciendo: para futuros anocheceres.

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  88. gabrielhumeroblog noviembre 4, 2017 a 2:06 pm #

    En un muro se pueden decir verdades como un templo, las han dicho muchas veces en forma de pintura enigmática. Es logico:siempre al otro lado del muro hay alguien, pueden ser millones de personas que se les diriga el mensaje o a una sola persona. O simplemente a nadie, es solo tu necesidad de dejar tu huella, tu poema en el muro, ya que ese muro es de alguna manera tu casa, tu carcel o tu libertad. Eso es el significado del muro: un poema que dice que me rompan, que me salten, que me des la mano. Una mano libre.

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