Dos nuevas voces se suman a las sugerencias literarias de nuestro taller de escritura en curso. «La belleza del mundo» de Simon Weil y «La belleza de pensar» de Eduardo Anguita formarán parte a principios de año del bloque de bellezas literarias de las comunidades de escritura de LIBRO, VUELA LIBRE en Valencia y complementarán las recomendaciones de temporada de su club de lectura.
Club de lectura: BELLEZAS LITERARIAS, sugerencias en curso del taller de escritura
LA BELLEZA DE PENSAR, Eduardo Anguita
» A causa -con toda probabilidad- de la cantidad de infundios y acusaciones en que se le enredó durante años sobre la paternidad de la escuela, es posible que Huidobro no quisiera ya hablar de Creacionismo en la época en que los jóvenes chilenos lo conocimos. «El vocablo virgen de todo prejuicio…». Sólo estas palabras de la proposición de Huidobro, citada al comienzo de este artículo, ya invitan a una reflexión. Entiendo por prejuicio, en este caso, un «significado»; de manera, pues, que lo que proyectaba Huidobro era liberar a la palabra de todo significado. Por su parte, Paul Eluard quiso hacer lo contrario, o, dicho de otro modo, lo mismo en sentido inverso. No es a la palabra a la que quiere desligar y mostrar en su libre pureza: es a las cosas. Para Huidobro el asunto resulta -en su teoría- un conflicto. Aunque se piense que no lo es, ya que no sólo él (en «Altazor» especialmente) escribió poemas de palabras despojadas de significado, palabras desnudas, digamos que el conflicto se alza de todos modos, porque algo, un sonido, una semejanza fonética, una aliteración cualquiera, traen, por asociación, la imagen, el lastre, de una realidad ya anteriormente nombrada: con lo cual el intento se frustra. ¿Se desdice Huidobro cuando en la misma proposición asevera que «en todas las cosas hay una palabra interna, una palabra latente que está debajo de la palabra que las designa»? En otros términos: propone divorciar a las cosas de las palabras que convencionalmente las designan, pero no para aislar y potenciar éstas sino para «descubrir» las nuevas palabras que convienen a la realidad, y que yacen latentes en el seno de las cosas.»
Eduardo Anguita, fragmento de La belleza de pensar
LA BELLEZA DEL MUNDO, Simone Weil
«Muy a menudo también en la búsqueda del placer carnal los dos movimientos se combinan, el movimiento de correr hacia la belleza pura y el movimiento de huir lejos de ella en una confusión indiscernible. Si el amor carnal en todos los niveles se dirige más o menos a la belleza –y las excepciones no son más que aparentes- es porque la belleza en un ser humano hace de él por la imaginación algo equivalente al orden del mundo. El amor que se dirige al espectáculo de los cielos, las llanuras, el mar, las montañas, el silencio de la naturaleza que se hace sentir en mil leves sonidos, al soplo de los vientos, al calor del sol, ese amor que todo ser humano presiente al menos vagamente en un momento, es un amor incompleto, doloroso, porque se dirige a cosas incapaces de responder a la materia. Los hombres desean trasladar ese mismo amor a un ser que sea su semejante, capaz de responder a su amor, de decir sí, de entregarse.»
Simone Weil, fragmento de La belleza del mundo
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Muy buena lectura.
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