Aurora Luna: chaflán de poemas III y lunateca II
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AURORA LUNA
Aurora Luna, chaflán de poemas en curso: Aprendizajes incompletos, Ellas se suman e Invierno de Maiakovski
Aurora Luna, rincón de entrevistas:
Aurora Luna, liberación de talentos en curso:
Lunateca, galería de fragmentos:
«Ebla y Hawa compartieron los nueve meses de espera como compartían, en los días de lluvia, el salmat. Una mañana de viernes santo empezaron las contracciones y llevaron a Ebla hasta su choza. Hawa dejó paso a la matrona, pero se quedó muy cerca, mirando el cielo, los pájaros, y rezando a su Dios para que su hermana tuviera un buen alumbramiento. No obstante pasó el zenit del día, y también la tarde, sin que Ebla obtuviera más resultado del parto que un gran sufrimiento.
A través de la semitransparente choza, la parturienta podía escuchar los mismos biji-biji que veía Hawwa sobrevolar el poblado mientras caía el sol sobre las acacias africanas. La noche pronto arremetería contra esa pequeña luz que se empeñaba en nacer, contra ese pequeño ser que llevaba tantas horas intentando venir al mundo y empujando sus entrañas.»
Aurora Luna, de Una historia sobre la mutilación sexual femenina
«Un día llegaron muchos autobuses a la puerta del centro para recoger a los pequeños. La caravana partió hacia Aseb, la ciudad de la que zarparía el barco. Aquella mañana fue durísima, la última que pasarían cerca de su patria y de sus seres queridos. El cielo parecía querer llorar su marcha dejando caer una lluvia torrencial, pero la caravana continuaba inexorablemente su camino. En un momento determinado, el autobús en el que viajaban Kidist y su hermana paró en Nazaret. Gris, muy gris había amanecido el día. El barro cubría todas las calles que había correteado de niña, mientras su madre se despedía de ellas por la ventanilla.
En la hermosa y caribeña isla que la acogió, Kidist llevó una vida productiva y organizada. Por la mañana, asistía a sus clases y, por la tarde, trabajaba en el campo. Como el resto de sus compañeros, siguió las rigurosas normas de aquel centro educacional. En él , estudió primaria y secundaria, y después accedió a la universidad. El objetivo era formarse y volver al hogar. Pero cuando terminó su carrera de Contabilidad y Finanzas, y se disponía a regresar a Etiopía, recibió una llamada de su tía. Aquella llamada modificaría de nuevo su destino e impediría que volviera a su tierra natal.»
Aurora Luna, de Una historia sobre la mutilación sexual femenina
«Cuando el doctor terminó su relato, pensé que esas costumbres tan solidarias habían surgido , quizás, de la pobreza; pero que, en todo caso, habían enriquecido a Etiopía en el aspecto humano. Recordé que durante mi breve estancia en el país yo misma había quedado fascinada por la variedad y personalidad de sus músicas, danzas, vestimentas y platos típicos. Las ochenta y tres etnias que habitaban en él garantizaban una gran riqueza cultural y esto, unido a su diversidad de paisajes, que abarcaba desde las más frondosas selvas hasta los más áridos territorios semidesérticos, hacían de Etiopía un lugar muy atrayente. Como atrayente era la original convivencia que veía, desde hace siglos, entre religiones como la cristiano-ortodoxa y la musulmana, o entre toda esa amalgama de etnias y tradiciones.»
Aurora Luna, de Una historia sobre la mutilación sexual femenina
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