Homenajes literarios a Raymond Queneau

15 Oct

Homenajes literarios de LIBRO VUELA LIBRE en Valencia., clave de escritura H 27. Raymond Queneau, con su dominio del lenguaje y su capacidad para reinventar una misma historia de manera infinita, será el próximo autor homenajeado en los tributos literarios y dinámicas grupales de la clave H 27 de los talleres de escritura adscritos a Libro Vuela Libre y a su liberación de talentos en Valencia, que en este primer bloque volverán a estar dedicados a la literatura experimental.

Escoge una de las 22 posibilidades de nuestra bombonera literaria y sigue las instrucciones de tu grupo para participar en las dinámicas creativas de la clave H 27:

1-“Con un gesto de prestidigitador, el hombre hizo aparecer su sombrero en la mano del otro, como si fuera un truco de feria.”
2-“No dijo nada. Pero el crujido del sombrero al doblarse reveló una tensión antigua, como si el objeto guardara un secreto.”
3-“El sombrero olía a lavanda y cuero viejo. Ella lo habría descrito como un relicario de memorias.”
4-“El hombre subió con paso firme. El sombrero debía estar en su sitio, como manda el protocolo.”
5-“Según el libro de los gestos urbanos, el sombrero debe inclinarse al entrar. Él no lo hizo. El conflicto era inevitable.”
6-“El sombrero era suyo, pero también del otro. Como los recuerdos compartidos que se disputan en una ruptura.”
7-“Subió. Empujó. Discutió. El sombrero voló. La escena duró tres segundos.”
8-“El sombrero estaba en su cabeza. El otro lo reclamaba. Se necesitaba un juicio, no una discusión.”
9-“El hombre olía a lluvia. El sombrero, a soledad. Nadie entendía por qué discutían, salvo él.”
10-“Primero lo tenía él. Luego el otro. Luego nadie. El sombrero giraba como el destino.”
11-“Apretó el sombrero con furia. Sus nudillos blancos hablaban más que sus palabras.”
12-“La escena parecía detenida. El sombrero flotaba entre dos voluntades.”
13-“El sombrero cayó al suelo. Ya no era sombrero, sino símbolo de un ciclo que terminaba.”
14-“El sombrero pasó de mano en mano como una copa compartida. No hubo discusión, solo tránsito.”
15-“El sombrero era una excusa. Lo que ardía era otra cosa, más profunda.”
16-“¡Sombrero! ¡Empujón! ¡Grito! ¡Caída! Todo se rompió en cuatro segundos.”
17-“El sombrero brillaba bajo la luz del mediodía. Parecía una promesa, no un objeto.”
18-“El sombrero no estaba. O sí. Tal vez era un recuerdo disfrazado de tela.”
19-“¡Qué sombrero tan glorioso! ¡Qué escena tan viva! Hasta el autobús parecía sonreír.”
20-“La discusión no era por el sombrero. Era por lo que representaba. El juicio estaba en marcha.”
21-“Todos miraban. Todos opinaban. El sombrero era ahora parte del mundo.”
22-“¿Sombrero? ¿Autobús? ¿Discusión? ¡Bah! El hombre cantaba y bailaba. Nadie entendía nada.”

https://studylib.es/doc/225469/ejercicios-de-estilo-de-r.-queneau

Relato

Una mañana a mediodía, junto al parque Monceau, en la plataforma trasera de un autobús casi completo de la línea S (en la actualidad el 84), observé a un personaje con el cuello bastante largo que llevaba un sombrero de fieltro rodeado de un cordón trenzado en lugar de cinta. Este individuo interpeló, de golpe y porrazo, a su vecino, pretendiendo que le pisoteaba adrede cada vez que subían o bajaban los viajeros. Pero abandonó rápidamente la discusión para lanzarse sobre un sitio que había quedado libre.

Dos horas más tarde, volvía a verlo delante de la estación de Saint –Lazare, conversando con un amigo que le aconsejaba disminuir el escote del abrigo haciéndose subir el botón superior por algún sastre competente.

Raymond Queneau, en Ejercicios de Estilo

Pasota

O sea, qué palo, colega, el cacharro no venía ni de coña. Y yo llegaba tarde al curre. Y luego, qué alucine, qué pasote, iba lleno cantidad. Y me veo, o sea, un chorbo cantidad de pirao, con un sombrero cutre, Bangui perdido. Y de pronto le dice a un pringao que le estaba pisoteando, el muy plasta, que le había dejado el pie chungo. De pena, colega. Jo, qué demasiado, qué fuerte. ¡No veas! Y en pleno mosqueo, el tío le da corte, pasa total y se larga a sentarse a toda hostia.

Y, o sea, dos horas más tarde, vaya tela, colega, me lo veo enrollao con un tronco que le comía el coco diciéndole que estaría guay con otro botón en la chupa. De buten. ¿Vale o no vale, tío?

Raymond Queneau, en Ejercicios de Estilo

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