“Cualquier forma de amor que encuentres, vívelo.”
Anaïs Nin
Homenajeamos hoy en nuestro CLUB DE LECTURA EN VALENCIA a Anaïs Nin, una escritora vanguardista y apasionada que exploró, en su vida y su obra, anchos territorios de libertad. Reiniciamos nuestro taller de escritura este mes con una mujer extraordinaria y compleja que, sin ningún tipo de tabú, abordó el relato erótico y ha pasado a la historia de la literatura universal como una de las autoras que ha cultivado con mayor sinceridad el diario íntimo.
Para Anaïs Nin, el diario fue su confidente último y lo escribió ininterrumpidamente entre 1914 y 1977. Hasta 1931 no aparecen en él profundas emociones amorosas. Luego, en 1932, conoce en París al escritor-amante que había buscado durante largo tiempo: Henry Miller. Este amor, cuyas fases iniciales describe en Henry y June, fue causa de un doble despertar, como mujer y como escritora, y se refleja con frecuencia de modo desordenado en el diario íntegro, con una prosa que algunos lectores, sin duda, encontrarán sorprendentemente distinta a la prosa poética y pulida del diario expurgado. Pero conviene tener en cuenta que Anaïs escribió su diario al calor del momento, inmediatamente después de los acontecimientos que describe.
Rupert Pole
MÁS SOBRE ANAÏS NIN Y EL DIARIO ÍNTIMO: http://talleresliterariosvalencia.com/2014/01/11/el-diario-intimo-la-sinceridad-en-la-escritura-luna-de-papel-talleres-literarios-en-valencia/#more-2748
Anaïs Nin, selección de fragmentos:
30 de octubre de 1932
A Henry: Tú representas todo lo que Faure atribuye al gran artista; es para describirte para lo que se han escrito estas líneas. Algunas de aquellas palabras son tus propias palabras, y por eso te inflaman, y me inflaman. Veo más claramente que nunca la razón y la riqueza de las guerras que libras, y sé por qué me he sometido a tu liderazgo… Todo esto es una explicación de ti mismo como rompedor de moldes, como revolucionario, el hombre que describes y proclamas en las primeras páginas de Trópico de Cáncer. Emplearé algunas de aquellas líneas para defender tu libro…
Lo que me gustaría es unir nuestras fuerzas para enfrentarnos a guerras mayores y dramas inmensos, trabajar juntos en ese arte que sigue al drama y domina los «elementos desencadenados», y los domina sólo para seguir adelante, para continuar, para zambullirse de nuevo, no para descansar o cristalizar… Nos necesitamos para nutrirnos mutuamente. Lo que June ha llamado tu «período muerto» fue tu período de reconstrucción mediante el pensamiento y el trabajo en medio de una efusión de sangre. El período fructífero que sigue a la guerra. El período de la explosión lírica. Y quizá, cuando hayas agotado todas las guerras, empezarás una contra mí y yo una contra ti, y luego la más terrible de todas, contra nosotros mismos, para componer el drama de nuestro último reducto, de nuestro éxtasis y nuestro amor…
(…)
Hay una fisura en mi visión, en mi cuerpo, en mis deseos, una fisura permanente, y la locura la empuja adentro y afuera, adentro y afuera. Los libros están sumergidos, las páginas arrugadas; cada perfección piramidal arde totalmente al impulso de la sangre. El esfuerzo que hago para perfilar, cincelar, demarcar, separar y simplificar es una idiotez. Debo dejarme fluir multilateralmente. Por lo menos, he aprendido algo grande: a pensar, pero no demasiado, de modo que pueda dejarme ir, sin que haya levantado una barrera intelectual que se oponga a los acontecimientos que puedan venir y sin interferir con una preparación crítica en el movimiento de la vida. Pienso sólo lo suficiente para mantener vivo un estrato superior de inteligencia vigilante, igual que cuando me cepillo el cabello, me arreglo la cara, me pinto las uñas o escribo mi diario. Nada más. El resto del tiempo, trabajo, escribo, trabajo. Y me dejo llevar por el impulso. Canturreo; protesto contra los taxistas que se enfrentan a las oleadas del tráfico; escribo una nota a Henry media hora después de haberlo dejado, y atosigo a Hugh a medianoche para que vaya en coche al centro de París y entregue la nota a Fred Perlés* para Henry… ¡Una nota de amor para su trabajo!
Es este divino deslizamiento el que permite que Henry me tire sobre la cama de June y lance al aire, como un sedal de pesca, la conversación sobre Lawrence y Joyce mientras nos mecemos sobre la Tierra.
Anais Nin.“Incesto” Diario amoroso (1932-1934)
Cuando leí el primer diario de Anais, ya no pude parar de leerla. Es fascinante, íntima.
Enhorabuena por quienes puedan asistir al encuentro.
cariños
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